Lleva 37 años cantando y, por la pandemia, planea realizar un concierto desde su casa y transmitirlo vía Facebook Live. Asegura ser feliz, pese a todo lo malo que pudo pasar en su vida.
Alenir Echeverría canta, enseña técnica vocal y cocina para vender. De hecho, la artista cruceña asegura que es feliz dedicando su vida a lo que más le gusta. Hace poco comenzó a impartir sus talleres en la Villa Primero de Mayo; antes lo hacía en la Academia Tentayape y en la Casa de la Cultura de Montero, pero desde siempre ha tenido en su casa alumnos ansiosos por aprender.
¿Y con sus cursos se sale cantando o solo los que cantan bonito le sacan provecho?
Salen cantores muy buenos los que siempre practican lo que enseño. Además, los que no tienen talento, ¡no entran a mi clase! (risas).
¿Entonces hay mucho talento por ahí?
¡Ujuuu! ¡Talento pa tirar pal techo! (sic) Hay voces que se pueden arreglar con la técnica y otras que difícilmente podrán cantar de verdad por lo desafinadas que son. Yo trato de ayudar a los mejores alumnos de cada curso cuando noto que tienen potencial.
Pero el canto no da para vivir, ¿no ve?
¿Quién dijo eso? Yo vivo de cantar desde hace 37 años. El problema ahora es la pandemia.
Bueno, pero usted es famosa y con esa vocesanga cómo no va a vivir cantando…
(Risas) Pero igual, antes costaba más ser artista. Ahora no.
¿Cómo fue que se dedicó al canto?
A los 17 años, cuando decidí salir de mi casa y lo que más sabía hacer aparte de cocinar era cantar. Así que me dediqué a esto.
A propósito, he visto que está cocinando para vender…
Hace muchos años que lo hago, solo que en este tiempo lo promociono en las redes sociales. Tengo clientes de siempre y están atentos a lo que cocino. Lo hago los sábados, cada 15 días, y gracias a eso me llaman para atender cumpleaños. Hago asao en olla de tira, asadito colorao, keperí y feijoada.
¿Y cocina sola?
No, con mi hijo (Omar Zarzar, de 26 años). Ya le pillamos al negocio para que todo salga a las 11 de la mañana: empezamos a pelar y picar los ingredientes la noche anterior, así que nos levantamos directo a cocinar.
Su hijo ya es grande…
Lo tuve cuando tenía 25 años, ahora tengo 53. Omar es un milagro de Dios. En mi casa, cuatro hermanos tenemos de a un solo hijo y una hermana tuvo cuatro.
Oiga, ¿cómo es que adelgazó usted tanto?
Yo siempre tuve un problema de salud. Hace más de 30 años tengo tiroides; primero me hizo engordar y después, enflaquecer: en los últimos seis años he bajado 54 kilos. Gracias a Dios estoy en un tratamiento y eso es de por vida. Así que ando cuidándome.
Volviendo al tema de la cantada, ¿qué le gusta cantar, Alenir?
¡De todo! Tengo CDs de folclore internacional y nacional, boleros, salsas, baladas y samba brasilera, mi favorita. Estoy planificando un concierto en Facebook Live desde mi casa, para que la gente que no me ha visto cantar diferentes géneros musicales tenga la oportunidad de hacerlo, de escucharme y de opinar; además, podrá pedir canciones en vivo y directo.
¡Esa es una muy buena idea!
Sí, lo haré. Voy a mandar invitación y dentro de poco me lanzaré al estrellato (risas). Es algo que experimentaré por primera vez en mi vida. Cantaré acompañada de piano y guitarra.
¿Extraña los escenarios?
¡Mucho! Pero en este tiempo de pandemia he trabajado haciendo videos personalizados para toda clase de acontecimiento. Después, la gente que me contrata me envía grabaciones de las reacciones de quienes recibieron mis canciones. Así que, ¡igual mi corazón disfruta mi arte! Eso me reconforta mucho: saber que sigo provocando emociones en las personas. Lo mismo siento cuando cocino y veo las caras de los comensales, las de mis amigos que vienen a mi casa a comer.
Alenir, ¿por qué en su perfil de WhatsApp dice “feliz”?
Porque siempre estoy feliz. Hace mucho tiempo decidí que nada ni nadie me quitará el gozo y la paz que siente mi corazón. Más allá de todas las cosas feas que me pasen, como el perder a mi padre hace tres meses y hace un mes a mi hermano mayor; sé que están en un lugar mejor y vivo con los mejores recuerdos de cada uno. Además, soy feliz porque Dios me usa de diferentes formas para alegrar un poquito la vida de la gente; hay quienes me escriben para pedirme consejos y eso me encanta.
¿O sea que también es consejera?
He sido y sigo siendo paño de lágrimas de mucha gente. Aprendí a escuchar más que a hablar, y cuando hablo solo digo lo necesario y lo justo.