Después de siete años de matrimonio, superando problemas médicos que parecían no tener solución, la pareja tuvo a sus mellizas y provocaron que sus familias desborden de amor. Nacieron hace un mes y tienen a su abuela materna más inspirada que nunca.
Amelia y Amanda son los mejores regalos de Navidad que podrían tener Lauren Wille y Hermes Aponte. «Gracias, Señor, por darnos a estas bebés… Son creaciones tuyas para cuidarlas y amarlas por siempre y para siempre», posteó en Facebook la fotógrafa convertida en mamá primeriza en noviembre pasado. Ella y su madre (“Charito” Arzabe) no dejan de agradecer a Dios por las gemelas, que llegaron después de siete años de matrimonio.
Una endometriosis diagnosticada tras apenas casarse, le auguró a Lauren que sería difícil embarazarse. Se trata de un trastorno provocado por el recubrimiento de tejido fuera del útero, en lugares donde no debería estar. Cuando Lauren se libró de la enfermedad en 2020 recurrió a los tratamientos de fertilidad para conseguir la magia, a la que ella denomina aventura, por todo lo que ha significa en su vida.
Ahora y más en esta Navidad, los esposos Aponte Wille viven el milagro. Tienen a toda su familia chocheando. Para muestra uno de los posts de la abuela “Charito”: «Me declaro en un estado de contemplación. Es la primera vez que tengo a Amanda en mis brazos y soy un castillo de piel, con jardines donde juegan las flores y un colibrí. Después de 27 días en cuidados neonatales, salió la pequeña guerrera regalando sonrisas, Iluminando pasillos. Debe saber o sentir en cada latido de mi corazón cuánto la esperamos, y a lo mejor sospeche que han transcurrido tantas historias en estos siete años antes de este encuentro. Es que no se trata de un amor conocido. Son los que sienten las madres de la madre y en este caso, se trata de una oración que Dios contestó con un “amén”. Amanda y Amelia ahora están en casa». Lauren dice que su madre escribe muy bonito. ¡Cómo no hacerlo ante tanta belleza!
¿Habías perdido la esperanza de embarazarte y ser madre?
No, no. Pero siempre llega un punto en que uno toma las cosas con más tranquilidad; vas reduciendo las ganas para no sufrirla tanto. Después de años de intentos, a veces chisteábamos con Hermes: si no hay embarazo, nos dedicamos a viajar (risas).
¿El drama lo viviste sola o con tu esposo?
Es un proceso que se vive individualmente y en pareja. Fue un proceso muy duro, difícil; pero, ¿sabés qué es clave? Tener un matrimonio sólido; es muy importante que vos y tu pareja sean compañeros. Porque he escuchado que se han dado divorcios por este tema.
¿Cómo fue tu lucha por quedar embarazada?
En un principio decís sí o sí tengo que embarazarme y en la forma que todo el mundo lo hace; después ves que no es así nomás y capaz sea necesario tomar unas pastillas o consultar otro médico. Entonces uno tiene que adaptarse a la situación y buscar soluciones.
¿Pensaron en adoptar?
Nosotros nos pusimos una edad límite; caminando por el parque frente a mi casa dijimos: si hasta los 37 años no se da tener un hijo propio, vemos el tema de la adopción; porque tampoco es sencillo tomar esa opción y menos cuando no se está preparado. Con Hermes decíamos que no queríamos tener hijos por tener hijos; ¡queríamos uno de nosotros dos!
¿Cómo fue que llegaron al médico que consiguió lo soñado?
¡Uf! ¡No te podés imaginar! Me conozco los ginecólogos habidos y por haber. Mis trajines con médicos comenzaron en Argentina, cuando yo estudiaba y me tuvieron que operar allá porque se me reventó un folículo o algo así. Allá fue que me dijeron que tenía endometriosis y que, cuando me venga a Bolivia, busque un médico para tratar el tema. Lo hice y me dijeron que tenían que hacerme una cirugía y que no podía ser laparoscópica. Mi abuelo (Walter Arzabe Fuentelsaz) se opuso y él me acompañó a buscar otras opiniones. Llegamos a un médico con el que empecé un tratamiento que logró achicar esas especies de tumorcitos y recién pudo hacerme una operación por laparoscopía. Al año, despreocupada del asunto, me volvió a salir y tuve otra cirugía; tiempo después, otra más… ¡Tengo cinco en total! Yo no sabía que la endometriosis no tiene cura, que solo la pueden tratar con operaciones y eso es justamente lo que complica los embarazos.
Supe que fuiste a Brasil en busca de solución…
Con mi madre nos fuimos allá en marzo de 2019. Buscamos a un experto en endometriosis que descubrió que tenía la enfermedad en otras partes e incluso un tumor. Con él empecé un tratamiento y programamos una operación para el 2020, pero empezó la pandemia y tuve que esperar hasta finales de ese año, cuando ya las restricciones eran menores. Gracias a Dios, hasta ahorita no me han vuelto a aparecer. Fue un proceso muy doloroso: había días que estaba superbién y otros en que no me podía ni mover.
¿Quitarte ese mal dio pie para que estés apta para embarazarte o hiciste un tratamiento adicional?
Hice dos tratamientos que resultaron fallidos, el último a principios del 2021. Cuando uno los hace tiene en la cabeza de que sí o sí van a funcionar, no te imaginás que algo saldrá mal. Buscamos explicaciones del porqué no podía embarazarme y nada, no las tuvimos. Fue triste no solo por nosotros, sino también para nuestras familia y amigos que sabían cómo esperábamos tener un hijo. Pero eso quedó atrás y vino el milagro del Señor.
¿Cómo fue el momento en que supiste que tu deseo estaba por cumplirse?
Estábamos con Hermes en Brasil y aunque tenía que hacerme un análisis de sangre porque no me venía el período, compré una prueba de embarazo en una farmacia. En el hotel vi el positivo, le muestro a Hermes y él dice “¡Estamos embarazados!”. Me abrazó, me alzó y después vino la duda de que si era seguro o no. Revisamos las instrucciones del aparatito unas 20 mil veces. Ya con el análisis médico confirmamos y acá, con la ecografía, nos enteramos de que eran dos.
En el hotel vi el positivo, le muestro a Hermes y él dice “¡Estamos embarazados!”. Me abrazó, me alzó y después vino la duda de que si era seguro o no.
¿Qué hizo tu familia al saberlo?
Mi madre estaba de viaje, entonces no podíamos decirle absolutamente nada a nadie; nos lo guardamos para los dos. Ella tenía que ser la primera en saberlo y no se lo podía decir por teléfono, sino cara a cara. Después de tres semanas de disfrutar solo los dos de la noticia, le anuncio a mi madre: se puso a llorar de felicidad. Cuando a los días supimos que eran dos bebés fue otra emoción para ella y para todos. Y, entre eso, mi hermana (Nicole) también cuenta que está esperando otro hijo.
Tu abuelo hubiese estado feliz con tus hijas…
La gente que conoció a mi abuelo sabe que fue una de las personas más amorosas y dulces que pudo haber en el mundo. Él era loco por sus nietos y con los hijos de sus nietos ni qué se diga. ¡No sabés cómo él investigaba tratamientos! Llegaba a los almuerzos familiares con hojas impresas de todo lo investigado.
¿Y qué tal fue tu espera?
Te cuento que no tuve ningún síntoma: náuseas ni nada. El primer trimestre yo estuve supertranquila; después, parece que del peso de las dos bebecitas, me vino pubalgia (lesión que afecta diferentes grupos musculares de la zona inguinal y que provoca dolor en el pubis). Hermes me tenía que ayudar a subir las gradas de mi casa pierna por pierna. Ya con 32 semanas me empezaron las contracciones y el médico decidió internarme por el riesgo que había de parto prematuro. Estando dos semanas internadas tuve colestasis (trastorno hepático).
¡Oye, plaguienta resultaste!
Mirá, hay tíos que me dicen “¡sos china vos!”. Ya le dije a Hermes que la próxima vez que me digan eso les diré que a ver si aguantan lo que yo he aguantado. ¡No cualquiera aguanta!
¿Qué pasó cuando supiste que iban a ser mujeres?
Los dos siempre soñamos con tener mellizas. Primero nos dijeron que iban a ser hombre y mujer; y un mes estuvimos pensando que era la parejita. En la siguiente revisión salió que eran mujer y mujer. Hermes, mi hermana y yo no lo podíamos creer. Por eso es que yo digo que el Señor hace cosas increíbles, ¡y todo es perfecto, en el tiempo preciso! No me imagino haber tenido a las niñas durante la pandemia, porque pienso en el estrés de las mujeres que se embarazaron y tuvieron a sus hijos en esa época tan complicada.
Dicen que los embarazos múltiples son hereditarios, ¿cuál de sus familias los tiene?
La familia de Hermes tiene cualquier cantidad de mellizos y gemelos. Hermes era mellizo y su mamá era gemela. Digo que Hermes lo era porque su madre perdió una bolsa durante el embarazo.
Amelia y Amanda, ¿por qué sus nombres?
El nombre Amanda lo escuché hace unos cinco años y me enamoró. De hecho, significa amada. Amelia, que según la Biblia evoca el espíritu trabajador, punteaba la lista de nombres de mujeres que hicimos. Son parecidos y a veces nos confundimos (risas). Y a propósito, a ellas cada vez las vemos más iguales, aunque nos dijeron que no se parecerán porque nacieron en bolsas diferentes.
¿Y qué tal el parto; tuviste miedo?
Yo soy nerviosa, pero por más que tenga nervios le meto nomás. A mí no me van a ver gritando o haciendo escándalo como se ve en las películas (risas). A lo único que le tenía miedo era a la anestesia, pero una vez estuvo eso y entró Hermes a la cirugía me tranquilicé. No sentí dolor, pero obviamente sí todo lo que jalaban y movían. Ya sabiendo lo que iba a recibir y ver, hizo que todo lo malo que podía sentir pase. Ver sus caritas, escuchar sus llantos… ¡ya era otra cosa! Sin embargo, después estuve lejos de ellas: yo dos días no pude verlas y cuando fui a neonato no las sentía tan mías porque tenía que pedir permiso para tocarlas, para alzarlas… Irme a dormir y dejarlas a ellas en otro piso significaba tener una fe en Dios única: confiárselas a él para no pensar en lo que podía pasarles. Después me tocó salir de la clínica dejando a una aún con cuidados especiales. Fue duro; sentí que la estaba abandonando, pero con Hermes íbamos dos o tres veces al día a verla, a darle leche y a hacer papá-mamá canguro. Fue durante el paro, un poquito estresante, pero lo logramos.
¿Y ya fotografiaste a tus hijas?
Con el celular. ¡Ya no tengo espacio para sacar más! (Risas).
Fotos: Lauren Wille Arzabe