Chateando

CECILIA LANDÍVAR NO ES COMO MADONNA, PERO VIVE FELIZ CON SU MARIDO, SUS HIJOS Y SUS DULCES

En Estados Unidos, la excantante cruceña se dedica a su negocio de repostería. Asegura que fue una loca jarichi de boca para afuera.  

Cuando uno recuerda a Cecilia Landívar lo primero que viene a la mente es su sonrisa sincera y el vozarrón del que es dueña. Cantaba desde niña y con 19 años empezó a hacerlo en eventos sociales y bares, el último de ellos fue Goss, donde el jueves era suyo y el público eufórico aplaudía sus interpretaciones. Al mismo tiempo era maestra de inglés y cocina en el kínder Ami; la “Miss Cecil” era adorada por los niños por su simpatía y por parar… cantando.

Ahora casada y ejerciendo como mamá por segunda vez, se dedica también a la repostería en Estados Unidos, donde reside. «Siempre amé el mundo culinario; es tan amplio y complejo como la Medicina», dice convencida. Sus conocimientos gastronómicos los obtuvo en el instituto IGA y con la chef Inés España, en Santa Cruz.

¿Cómo es que estás dedicada a la repostería?
Pues sí, tuve que hacerlo después de tener a mi segundo hijo en un país gringo; aquí no hay dinero que alcance para tener una niñera. Además, siendo tan inquieta como soy tuve que buscarme algo que hacer y ahí es donde surgió mi otra pasión: el arte de los dulces. La oportunidad me sirvió para volverme una full time mom.

¿Dónde quedó el canto?
Ujuuuuuuuuu… (risas) Imaginate: recién casada, en un país que no conocés y encima tener que demostrar quién sos, buscar un grupo y dónde tocar, es como empezar de cero. A mis 35 años, naaa… Yo siempre dije que si a mis 35 no era como Madonna dejaría los escenarios; no me veo a mis 60 cantando en bares y discotecas. Amo cantar, entretener y alegrar el alma, pero Dios me llevó por otro camino.

¿Por qué te fuiste de Bolivia?
Llevo cinco años viviendo en los Miamis donde el sol nunca se va y el frío existe solo en un vaso con hielo. Me fui de Santa Cruz porque me corrieron. Mentira (risas)… Conocí a mi esposo, un cubano maravilloso que apareció allá cuando menos lo buscaba. Él tenía que vivir en Miami y yo tenía que vivir con él. ¡Ñienchi! (risas).

¿Te ha cambiado el ser mamá o seguís siendo gallina sin guato?
¡Socorro! ¿Qué pensás que soy? (Risas) Cuando se tiene una personalidad tan bella como la mía, no todos la entienden (risas). Siempre fui una loca jarichi de boca para afuera, pero en mi casa siempre fui tranquila, trabajadora, sencilla, noble y de muy buen corazón. Viví como viví porque así somos los artistas hasta que nos acomodamos, encontramos aquello que buscábamos y nos volvemos más “normales”, pero nunca seremos como los demás.

¿Le cantás a tu hijo?
Le canto a mi hijo todos los días y las noches. La canción que le canto son dos Niño Camba y Cunumicito.

¿Dónde y cómo conociste a tu esposo?
Lo conocí en Goss, en mi cumpleaños. Nos presentaron y ni nos miramos, fue después que hubo el flechazo. Él participó en un concurso sensual que hice y ¡chururún, me flechó! Me encantó su personalidad, la forma en que me miraba, su sonrisa, como se desenvolvía, su seguridad y, sobre todo, lo atento que era con mi hijo mayor.

Oye, vos te casaste cuando ya se te iba el tren, ¿lo planificaste así o fue de chichada?
¡Miééééécoles oyeee! Uno no se casa de chichada (risas) y el tren no se me iba, ¡yo lo dejaba pasar! Para tu información y, esto nadie lo sabe, me han pedido matrimonio cinco veces, ¡cinco! Y solo acepté dos, pero resulta que en el primer caso fui mucha arena para el camioncito y no me casé; ya el segundo fue Dios quien me lo trajo directo a mi puerta. Yo le di una lista extensa de cómo quería a mi marido y tal cualsito me lo mandó. Verás, no es fácil estar con una mujer como yo: fuerte, trabajadora, incansable, líder, autónoma, imponente…  A muchos hombres les asustaba mi personalidad y es que no era para cualquiera. Mi marido tiene que ser un hombre muy muy, muy inteligente. ¿Y adiviná qué? El mío lo es.

En Santa Cruz fuiste maestra de kinder de día y cantante en un bar de noche, como de película, ¿no? ¿No te morías de sueño con los niños?
(Risas) Increíble, ¿no? Te cuento que mientras menos dormís, más energía tenés; al menos así funciono yo. Además, los niños me ayudaban a recargarme y con ellos reía el día entero. Así que se podría decir que me recargo con el simple hecho de reír a carcajadas. Pero perdé cuidado: cuando puedo dormir el día entero, duermo.

¿Qué hiciste en la cuarentena? ¿Aprendiste algo?
Sí, aprendí a tener mucha paciencia, a confiar ciegamente en Dios. Leí mucho la Biblia, pasé cursos de pastelería online… Aprendí a disfrutar de lo más sencillo, como ver televisión y jugar en el patio con mi familia. Aprendí que mi marido y yo somos el uno para el otro porque nunca hubo alguna discusión, es más, reíamos más a menudo.

¿Qué hacés en cuanto a repostería se refiere?
Específicamente me dedico a hacer la mesa de dulces: tortas decoradas con fondant, galletas, cake pops, paletas, vasitos de dulces y, bueno, todo, todo, todo.

¿Y lo saladito te llama la atención?
Trabajé un año en Denny’s Diner y dos en Cheesecake Factory. Amo, amo, amo todo lo que tiene que ver con ingredientes dulces y salados, pero ojalá fuera pulpo para tener ocho brazos que me permitan hacer todo lo que sé. Pero, bueno, paciencia.

¿Qué extrañás de Bolivia, aparte de tu familia?
¡Todo! La vida activa que tenía entre cantar, ir a restaurantes como invitada, a mi público, mis fans, amigos, mi Samaipata, la Fexpo, las entrevistas en la tele, la Navidad, los matrimonios y… ser Cecilia Landívar, la cantante. Casi nada, ¿no?

DATOS
Facebook: https://www.facebook.com/ceciscakess
Instagram: Ceciscakess
Celular para pedidos: 7866083520 (Miami, Estados Unidos)
Para recordarla: https://www.youtube.com/watch?v=7pCL5HunjPA

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