Entrevista

FERNANDO NÜRNBERG: «SI NO SABEMOS EVOLUCIONAR, ESTAMOS JODIDOS»

ES UN REFERENTE DEL PERIODISMO DEPORTIVO. CON “FACETAS DEPORTIVAS” HA CUBIERTO MUNDIALES Y JUEGOS OLÍMPICOS. PESE A ESTAR COMPROMETIDO CON SU PROFESIÓN, PROHIBIÓ A SUS HIJOS SEGUIR SUS PASOS.

Cuando “Facetas Deportivas” nació en marzo de 1978, Fernando Nürnberg Zambrana tenía 23 años y formaba parte de la reactivación del canal de la Universidad Gabriel René Moreno. En dicho medio, él ya tenía un espacio denominado “Deportivo 13”, que se emitía en la frecuencia 8. De ese enredo técnico no nos ocuparemos, porque, finalmente, el programa con nuevo nombre salió por el dial 11 junto a la famosa telenovela brasileña El bien amado.

‘Papi’, como conocemos todos a esta figura televisiva, no recuerda de dónde sacó la palabra “facetas”. Considera que no surgió por buscarla, sino que más bien apareció mágicamente. «Pienso que fue de manera espontánea, como cuando se habla de las facetas de la vida; a lo mejor salió de ahí», expresa.

Esta es una entrevista para recordar y conocer el desarrollo de un programa que lleva 44 años al aire y, por supuesto, a su creador, que desde la incipiente televisión de la época supo conducirlo hasta la era digital y del streaming. Desde sus inicios, “Facetas Deportivas” se caracterizó por su dinamismo, por el aporte crítico y por mostrarnos el mundo cuando seguía a la Tahuichi, en las Copas Mundiales de Fútbol y los Juegos Olímpicos.

¿Cuál fue su primera cobertura en el exterior?

Mi primera cobertura fue en 1979; acompañé a la Academia Tahuichi Aguilera a Brasil, donde jugó contra los famosos Dientes de Leche, un equipo del Club San Pablo. Fue un partido preliminar del encuentro Brasil-Bolivia para la Copa América, en el estadio Morumbí. Fue mi primera salida; filmando y haciendo notas yo mismo. A partir de 1984 hice coberturas por iniciativa propia en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles y en 1988, en los de Seúl. Mi primer Mundial acreditado como periodista fue en 1986, en México. Hasta la fecha he cubierto nueve mundiales mayores y dos de los menores donde Tahuichi llegó: en 1985 en China y en 1987 en Canadá. Juegos Olímpicos he visto nueve.

¿Fue fácil hacerlo? Me refiero a la financiación de los viajes…

He viajado mucho por mi propia cuenta, financiado con los recursos que yo genero a través del patrocinio de algunas empresas. Ningún canal me ha dado dinero para viajar a coberturas; siempre fui productor independiente de lo que hice. Para Italia 90 no pude conseguir buenos recursos y tuve que vender un porcentaje de mis acciones del diario El Día, del que era socio y fundador, para financiar mi viaje. La idea era no cortar mis idas a los grandes eventos deportivos y no lo he hecho; lamentablemente, el año pasado no pude ir a los Juegos Olímpicos de Tokio, porque mi segunda dosis de vacuna anticovid estaba fijada para dos días antes del inicio del evento.

¿Valió la pena lo gastado y sacrificado?

Cada peso. Yo siempre digo que los periodistas, y más aún los deportivos, tienen que propender a cubrir eventos internacionales; más allá de lo que significa viajar, es una especie de diplomado. Si bien tiene un costo elevado, pero hay una reciprocidad de formación; además, cuando uno está afuera aprende a mirar las cosas de manera distinta; eso nos ayuda a tener mayor universalidad en la perspectiva de los temas. Por eso es que las miserias en las que se debate nuestro fútbol, se tienen que ver con una visión equidistante y más global, más macro. A veces, cuando uno se detiene en los detalles, se complica y no encuentra la salida para los problemas que se dan.

Pero eso pasa cuando el periodista es analítico…

¡Por supuesto! Si no aprovechamos el paso del tiempo y las experiencias para ganar sabiduría, no tendría sentido nuestra existencia. Hay que sacarle provecho a la vida, al día a día en el trabajo y al relacionamiento que hay con las personas y con los protagonistas de la información.

En su caso, usted le sacó provecho al tiempo; evolucionó su programa…

Si no sabemos evolucionar, estamos jodidos. Ahora los periodistas debemos saber de todo. Yo siempre he ido a la par de los avances tecnológicos; si uno no aprovecha las cosas buenas, se queda en el tiempo. Todos los días muestro mi programa en Facebook, posteo y, a mis años, estoy vigente y la gente me sigue viendo. Hay público nuevo, como los centennials, que tienen otras formas de pensar y de crecimiento, que son tan efímeros en sus propias cosas, con el que tenemos que saber coexistir y convivir.

“Facetas Deportivas” surgió en el año de un Mundial (Argentina 78). ¿Por qué no lo cubrió?

Me lo perdí porque yo recién era empleado de la universidad y tenía un sueldo esmirriado. Había dejado Cotas, donde ganaba más del doble, por trabajar en algo relacionado con lo que yo había estudiado. Pero con el tiempo todo se fue compensando: hacía programas de radio de forma independiente y al año siguiente hicimos el lanzamiento del diario El Mundo; fui su primer editor de deportes. Como era muchacho, no tenía necesidades, no importaba si ganaba poco; además quise ser protagonista del nacimiento de la televisión cruceña.

¿Usted vivía con sus padres?

Sí, pero no era mantenido. De hecho, cuando yo llegaba los fines de año de vacaciones, trabajaba; una vez lo hice de inspector de comercios para el Comité de Obras Públicas (hoy Gobernación). En vez de estar con mis amigos, o irme al ‘Country’, al ‘Club de Tenis’ o al río Piraí donde todos iban, yo estaba trabajando. Hubo una vez en que me dediqué a ser taxista en el auto de un tío. Mi familia era de clase media, así que mientras pude trabajé para tener un capitalito con el que me ayudé a mantenerme en Argentina y para mis gastos cuando estaba acá. Prácticamente a mis padres yo les costé muy barato. Los dejé cuando me casé en 1981 (con Roxana Pereyra).

Usted entrevistó a celebridades del deporte, como Pelé y Maradona, entre otros, ¿fue fácil llegar a ellos en su momento?

No, no, depende. A Maradona le hice ocho entrevistas, seis de ellas fueron exclusivas. La más importante fue cuando le regalé un escudo cruceño de oro dos días antes de la final del Mundial 86, con la ayuda de un miembro del cuerpo técnico de la Selección de Argentina, que acá había dirigido a Blooming y Oriente Petrolero, Rubén Mariani. Él le habló y yo lo aparté a un patio donde no accedían los periodistas y ahí conversamos. Fue una entrevista fabulosa; Maradona estaba en su esplendor absoluto. A João Havelange, cuando ya no era presidente de FIFA, lo entrevisté sin ningún problema en la villa olímpica de los juegos de Atenas 2004.

¿Se quedó con ganas de entrevistar a alguien?

No he podido entrevistar a Messi y es una deuda que tengo. No se ha dado por las condiciones: no trabajo en un medio que tenga los derechos de los grandes eventos y estos tienen dueños que a veces restringen el acceso de los periodistas. Aunque también ahora es poco menos que imposible llegar a él, como lo es a Cristiano Ronaldo y Mbappé, con quienes también me gustaría conversar. Ojalá pueda hacerlo en algún momento.

¿Alguno de los famosos le resultó odioso?

¡Carlos Tévez! Financiado por los residentes bolivianos en Japón, que hicieron hasta kermés para que yo vaya y haga una serie de notas sobre ellos, fui a la Copa Internacional de Yokohama 2003, para la final de Milan y Boca Junior. Cuando me lo encuentro a Tévez, saliendo después del partido, le pido una entrevista y no quiso, no quiso, no quiso. Le pedí que mande un saludo para Bolivia y nomás dijo “saludos”. Un engreimiento absoluto y total. Más allá de que sé que el tipo es humilde y todo lo que quieran, pero a veces a las personas que son así se les pifia.

¿Ha estado en un Mundial como espectador solamente?

Sí. En 1982, estaba acompañando a la Tahuichi en un torneo que se realizaba en España a la par del Mundial y aproveché para ver seis partidos en Barcelona y Madrid. No estaba acreditado como periodista, fui como espectador.

¿Y cambia la forma de ver el fútbol?

Cuando estuve en el partido Brasil – Italia, me tocó en plena barra brasileña. O sea, ¡no hay cómo no vivirlo! En 2014 fui testigo del encuentro Alemania 7 – Brasil 1 en Belho Horizonte y lo presencié casi mezclado con la hinchada local, donde vi el llanto y pude sentir el agobio y el drama después de semejante goleada. ¡Hubo cinco goles en media hora! No es lo mismo estar en un pupitre que entre el público; en el pupitre no se puede estar a gritos, pero estando como espectador uno celebra los goles de Argentina, Ecuador, Colombia, Paraguay… porque el país no participa y hay que seguir a los nuestros, me refiero a los del continente. Pero como periodista uno se acostumbra a la forma fría de ver los partidos y creo que así debería ser, incluso cuando juega la selección propia. No hay que perder las chavetas convirtiéndose en hincha; yo soy periodista sobre todas las cosas.

En cierto momento, el Gobierno de Evo Morales anunció que iba a gestionar para que un Mundial se realice en Bolivia, al menos de forma compartida. ¿Cree usted que eso sea posible algún día?

No, no hay manera por muchas razones. Lamentablemente, tenemos la imagen de país desorganizado y que no cumple con las cosas que tiene que hacer. Los requisitos, protocolos y el cuaderno de cargo que tiene FIFA para la organización de un partido del Mundial son muy estrictos, y significan mucho trabajo y dinero. También se habló que al haberse reunido Morales con Gianni Infantino y antes con Joseph Blatter, se pudiese llegar a torneos menores como un Sub-17 o un femenino que no tienen tantas exigencias, pero que sí las tienen, como el tema de buenos estadios, seguridad, escenarios de práctica, albergues… Quizá Bolivia podría organizar uno de esos, aunque por el tema de la altura de La Paz no creo que la idea prospere; las selecciones a las que les toque hacerlo estarían inconformes.

Usted creó “Gol” (programa televisivo dedicado solo al fútbol), ¿por qué no funcionó como “Facetas Deportivas”?

Cuando vendimos nuestro predio en la avenida Virgen de Cotoca, nos fuimos a un lugar más pequeño donde no nos daba para hacer un segundo set como teníamos antes; entonces tuve que elegir entre los dos. Como “Facetas Deportivas” era el programa madre y solo salía en las noches, me decidí por él. “Gol” estuvo al aire desde 1984; duró 10 años.

¿Dolió?

Dolió porque la gente estaba acostumbrada hasta a la característica: “Gol, gol, gol… En todo el fútbol se grita gol…”. Y todavía hay quienes cantan y me lo dicen. He estado a punto de volver a ponerlo, pero requiero de ciertas cosas; y no sé si volver atrás sea bueno. Estamos en eso.

¿Alguna vez usted integró un equipo de fútbol profesional?

Profesional, no; pero sí en la Asociación de Fútbol. Fui delantero, jugué por derecha, del 77 al 79. Mi equipo se llamaba Arenal Santa Cruz.

¿Y era bueno?

No. Creo que era más apasionado, que un buen futbolista. Sigo jugando ahora, con mis limitaciones, pero sigo. Tengo la ventaja de haber sido deportista de fin de semana y de haber tenido una vida disciplinada; eso me permite ser saludable a mi edad.

Usted en su oficio como periodista también es crítico. ¿No teme ser criticado por criticón?

Cuando hacemos algo público, estamos sujetos a la crítica de la opinión pública y tenemos que bancárnosla. Hay que respetar al invitado, a la audiencia y a nosotros mismos, pero hay que ser implacable con el mentiroso, con el embaucador y con el corrupto porque tenemos la obligación de desnudarlo; eso contribuye a sanear un poco la sociedad.

¿Hace eso en su programa?

¡Claro! Al burro no le he dicho burro, pero le he dicho que no está preparado o formado. No utilizo adjetivaciones groseras porque no es bueno y porque hay otras formas de decirlas y el público las entiende. Por supuesto, es importantísimo ser responsable de lo que se dice, se tiene que hablar con pruebas; uno no tiene que arriesgarse a que alguien le contrapuntee y le refute, porque apenas el periodista empieza a dudar, pierde.

¿De qué equipo es hincha?

Soy hincha del fútbol. No es que me dé lo mismo que gane el uno o el otro; me siento más identificado con los clubes de mi región. Yo sufro mucho cuando veo a algún equipo cruceño perder acá por cualquiera que viene de afuera y a veces nos basurean.

Cuando va al estadio como espectador, ¿grita, chupa picolé, come asaditos…?

¡Sí, claro! En el intermedio, con mi amigo Robert Blanco, que falleció el año pasado, íbamos a los asaditos, a los keperís, ¡a los mocochinchis!… Es mi hábito cuando estoy subiendo: tengo una casera a la que le siempre le compro un vaso de mocochinchi para ver el partido. Disfruto de ir como espectador, más que como hincha, como aficionado.

¿Tiene hijos que hayan heredado su pasión deportiva y su “facetas”?

Los tres (María Silvestre, María Claudia y Fernando) querían seguir mis pasos. A las mellizas les sugerí, imploré y por último les impuse que no estudien lo mismo que yo, porque es muy duro, de mucho sacrificio. El periodismo es una profesión muy comprometedora, si es que uno realmente se compromete; yo soy 24/7. Muchas veces mi familia y amigos me critican porque ando mirando el celular; estoy trabajando y no wasapeando.

¿Qué me dice de las periodistas y analistas mujeres hablando de fútbol en la tele?

¡Sí, fantástico eso! Me parece muy bien; refresca la pantalla de televisión. Uno subestima a la mujer porque cree que no sabe de fútbol y, sin embargo, están las que conocen mucho de ese deporte sin siquiera jugarlo. Yo conozco a Carlita Saucedo (periodista y comentarista deportiva de Tigo Sport), que tiene a su padre hincha de Blooming y desde chiquitita la llevó al estadio; entonces se crió entre la afición y adquirió los conocimientos y la pasión por el fútbol.

Usted debe saber: ¿Por qué los futbolistas son inexpresivos cuando están en una entrevista, así hayan ganado el partido?

El futbolista es un ser humano y entre los seres humanos hay de todo: expresivos, no expresivos, vehementes y no vehementes… Yo no creo que sea un común denominador, porque no todos somos iguales; pero también creo que hay algo: el futbolista cruceño tiene un problema de recursos lingüísticos para poder expresarse. La riqueza de su vocabulario, lamentablemente, es muy limitada. Y eso les pasa a los futbolistas y, usted que ha trabajo en Sociales (sector de farándula del diario El Deber), sabe que también le pasa a las “misses”; y no es que sean ignorantes, el tema es que los cruceños son tan desenchufados de ciertas cosas, tan sencillos y simples, que nos olvidamos de algo tan elemental como es la comunicación. Por otro lado, en el caso de los futbolistas, cuya mayoría viene de un estrato social que no se cultiva tanto, ellos tienen hasta temor de hablar. Pero eso también es algo que pasa en personas bien formadas; he tenido invitados que en el set que me dicen temerosos: “¿Qué me vas a preguntar?”.

Fotos: Facebook de Fernando Nürnberg

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