Entrevista

HUMBERTO BELTRÁN: «PARA QUE UN ESPACIO QUEDE COMO DE REVISTA, HAY QUE INVERTIR»

Tras 15 años de trabajo, este ingeniero y arquitecto cruceño empieza a cosechar los frutos que le brindan su buen gusto y la calidad de sus proyectos.  Ha pasado la mitad de su vida viajando por el mundo. Volvió a Bolivia en el 2000 como ingeniero industrial y -asegura- sin ningún rumbo. Fue cuando decidió estudiar una carrera relacionada con el diseño de interiores; eligió Arquitectura y sacó el título en la Univalle de Cochabamba. De regreso en Santa Cruz de la Sierra, Humberto Beltrán Monasterio comenzó la siembra y 15 años después se dio la cosecha. «Siempre trabajé lo mejor posible, cuidando mi nombre y el bolsillo del cliente; tratando de que la obra sea factible, a veces incluso perdiendo plata, pero asegurándome de que mi producto sea de calidad», asegura. «Me gusta dar soluciones a las inquietudes o propuestas que los clientes tengan, y para eso trato de ser innovador».

¿Se necesita mucha plata para tener un buen espacio bonito?
No necesariamente; se pueden dar soluciones muy interesantes. Pero sí, para que un espacio quede como de revista, hay que invertir. ¿Cuánto invertís? Eso ya depende de tu bolsillo.

¿Cómo es que tiene tanto buen gusto?
Pienso que el buen gusto es una cualidad que la persona la obtiene de forma natural, pero que sí se puede pulir con estudios, viajes y experiencia. Yo nací con esto, es un don que tengo como todo artista.

¿Los arquitectos deben tenerlo?
Depende de qué tipo de arquitectos estemos hablando. Los que son constructores no necesariamente tienen que tenerlo; para los que trabajan en interiorismo o en el diseño de una casa o de un mueble es indispensable. En general, los arquitectos deben tener más creatividad que buen gusto.

¿A los arquitectos les gusta la buena vida o no siempre es así?
(Risas) Bueno, a mí me gusta viajar. He tenido la suerte de hacerlo desde niño porque mi padre era petrolero. Salí de Bolivia con apenas tres meses de nacido y con mi familia hemos estado por Medio Oriente, África, Europa y Sudamérica hasta mis 25 años. Después de estudiar mis carreras y ya de vuelta al país, sigo viajando. Pienso que al hacerlo alimento mi alma y mi creatividad; además viajo para conocer lo que se está haciendo en el exterior, los materiales que están usando y cómo los están usando. Como mucha gente lo hace, yo viajo por placer; pero también lo hago para asistir a ferias y congresos que enriquecen mi vida profesional. Sí me gusta la buena vida; comer en restaurantes exclusivos, por ejemplo, porque me gusta ver sus ingresos, baños, mobiliarios, colores, iluminación… Todos esos aspectos son parte de lo que laboralmente hago.

¿Así disfruta de la vida?
¡Todos disfrutamos de la vida! Particularmente, yo disfruto de mi trabajo y por eso se me hace fácil hacerlo. Antes de ser arquitecto soy ingeniero industrial; estudié Arquitectura ya muy tarde en mi vida, me gradué con 38 años, y recién comencé a disfrutar de mi vida profesional. ¡Yo vivo la arquitectura, vivo los interiores! Me gusta diseñar, incluso la parte técnica que es un poquito más tediosa.

Sé que vivió en Libia, ¿qué tal es la vida en ese país?
Sí, mi padre estuvo destinado allá un poquito más de 14 años, pero yo solo viví ocho; estudié parte del colegio en Libia. Nosotros entramos cuando (Muamar) Gadafi había sacado del poder al rey y hemos visto toda la transición de la democracia al socialismo. Mi familia tuvo una vida privilegiada, como si fuésemos diplomáticos. En ese país donde el petróleo era muy importante para su economía, el trato para los trabajadores del rubro era especial. Fue una etapa muy linda para mi familia; gracias a eso pudimos viajar por todo el mundo y estudiar en diferentes países.

¿Qué obras suyas podemos ver en Santa Cruz de la Sierra?
Mayormente mis obras son de interiorismo, y no solo domiciliario sino también corporativo. Una de mis obras favoritas es el piso gerencial del Banco Económico en su sede principal; ellos apostaron por dar una nueva imagen, la misma que ha sido llevada a muchas sucursales en todo Bolivia. También hemos hecho para el mismo banco cuatro Bec Café, tres en Santa Cruz y uno en Cochabamba. Por otra parte, tengo varias tiendas en Casa Design y en el Ventura Mall, y muchas viviendas en el Urubó. En el edificio Ambassador, en el piso 27, hemos hecho una intervención muy linda: hemos importado muchos muebles y otros hicimos a medida; es algo que no tiene nada que envidiarle a lo que se hace en el exterior.

¿Cómo ve el desarrollo arquitectónico en Santa Cruz de la Sierra? ¿Vamos bien o no? ¿Qué falta?
Está en buen camino; yo he participado del cambio en el interiorismo. Cuando comencé eran muy poco los profesionales en este rubro. Una plataforma que ha ayudado mucho a promover todo esto ha sido Casacor; ese proyecto a mí me ha ayudado a crecer muchísimo. Lo que nos falta son recursos, mano de obra especializado y principalmente tecnología como fabricar, barnizar, tratar la madera y el mármol. En el exterior tienen una gran ventaja en eso.

¿Alguna vez cambiaron un proyecto suyo sin su permiso? ¿Qué sintió al ver la obra terminada?
Le pasa a todo el mundo. Normalmente las obras que hago en mi estudio las ejecuta una miniconstructora que tengo. Ha habido clientes que quisieron hacerlo por su cuenta y es ahí que se dan los malos entendidos o no saben interpretar los proyectos, y los fabrican sin cuidar tanto los detalles. No me ha gustado cómo terminaron varias obras y eso tiene que ver mucho con un tema presupuestario del cliente que baja la calidad de los materiales.

¿Hay alguna obra en Santa Cruz que usted tumbaría con gusto?
(Risas) Hay muchas aberraciones arquitectónicas que deberían ser retiradas, pero bueno, no quiero decir cuáles porque me podría causar problemas. Como en todo lugar, tenemos obras que no son representativas de nuestra cultura. Sin embargo, pienso que hay arquitectos que sí han rescatado esto en nuestra ciudad.

¿Y hay alguna que usted admire y que no sea suya?
Prefiero responderte que hay arquitectos que yo admiro. Uno de ellos es (Luis) Fernández de Córdova; me encanta la arquitectura que él produce, pienso que es un espectáculo lo que propone y las soluciones que da. También me gusta el trabajo de mi amigo Juan Carlos Menacho, cómo hace que sus clientes vuelen con sus propuestas; a veces están muy voladoras, pero eso es lo que me encanta de él: es un innovador.

Si no viviera en Santa Cruz, ¿dónde residiría y por qué?
Esa es una pregunta difícil de responder porque yo he estado fuera de Bolivia 27 años. Si tuviera que elegir un lugar para vivir, ese sería Madrid. Pienso que esa ciudad ofrece gran parte de lo que tiene todo Europa; me gusta su arquitectura antigua y contemporánea, sus restaurantes, cines y cultura. Lo único que le falta es playa.

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