Chateando

JERJES SUÁREZ ES EL MÉDICO AMIGO DE LOS ANIMALES EN ROBORÉ

El veterinario cobró fama tras lograr implantar el pico al tucán Tuki Tuki. Su trabajo voluntario con especies domésticas y silvestres es constante

La casa en Roboré del veterinario Jerjes Suárez es un hogar para él y su familia, un albergue para 26 perros y 10 gatos, su consultorio y clínica y, al mismo tiempo, la sala de recuperación de una paraba. A los canes los recogió de la calle después de ser abandonados por sus dueños y a otros les evitó la eutanasia y se quedó con ellos. Muchos fueron curados de alguna enfermedad y, sobre todo, de la falta de cariño. Y claro que del médico lo reciben en abundancia: una zarigüeya de cinco que rescató y cobijó por un buen tiempo, ya no quiso irse del todo, va y vuelve en busca de su amigo humano.

Justiniano ha salvado la vida de miles de animales. No, no es una exageración. A lo largo de sus 23 años de vida profesional pasaron por sus manos tanto especies domésticas como silvestres con diversas dolencias, algunas más graves que otras. Y durante los catastróficos incendios de la Chiquitania en 2019, aparte de curar a los heridos, previno que muchas criaturas muriesen de hambre y sed. Él comandó a un grupo de amigos para llevar recipientes de agua y frutas a los sitios ya en cenizas o donde el fuego había sido controlado; sabía que los animales pasarían por ahí o volverían en busca de refugio. 

Hace poco, su hazaña de haber reparado el pico desprendido de un tucán fue noticia mundial. El ave, al que bautizaron como Tuki Tuki, había sido apedreado de forma salvaje y tras una operación de tres horas, el veterinario consiguió unírselo. Su alegría y la de todos quienes supieron del hecho duró poco: el animal murió de un shock cardiogénico en el refugio donde había sido llevado para su recuperación.

Doctor, ¿qué hacemos para que historias como la de Tuki Tuki no se repitan?

Tendría que aplicarse la ley de protección a los animales silvestres y debería educarse a la gente. La ley tiene que ser dura y castigar a quienes la infrinjan, y en el tema de educación, pues hay que hacer campañas para que la ciudadanía tome conciencia y valore la fauna, la cuide y la proteja.

Qué pena que su trabajo con Tuki Tuki haya sido en vano…

Lo es. No solo por el tema monetario que implica: una cirugía como esa en Estados Unidos cuesta entre 3.000 y 5.000 dólares, pero claro, acá la hacemos sin ganar nada, por voluntariado. Los que ocasionan estas cosas, por lo menos deberían pagar todo lo que se gasta en el proceso de recuperación. 

¿Con qué daños le llegan generalmente los animales?

Los bolean y les disparan, les fracturan los huesos. A veces no hay otra solución que amputar alguna extremidad. Esos animales sin patas o sin alas, después del postoperatorio, ya no pueden ser reinsertados en su hábitat y tienen que quedarse para siempre en el refugio. Es dramático. 

Tuki Tuki buscaba alimento cuando fue apedreado y esto se dio porque los incendios destruyeron su hogar. ¿Solo en esta época atiende animales heridos?

No, no crea. Todo el año rescato y trato de curar animales silvestres heridos. No se dan solo por los incendios; a diario puedo atender hasta tres, entre monos, pájaros… Los curo y los mando al refugio en Quijarro y a otros los tengo aquí en mi casa hasta cuando sea tiempo de liberarlos. Ahorita, por ejemplo, tengo una paraba esperando a que termine de emplumarse bien para que pueda volar sin problema.

¿Se ha peleado por defender a los animales?

¡Pucha, varias veces! Ya no me quiero pelear porque ya estoy viejo, ya tengo diabetes. Se me sube el azúcar cuando discuto por algún animal silvestre en cautiverio o un doméstico maltratado.

¿Qué dice su esposa de los animales en su casa? Ella no es veterinaria, imagino que no le gusta mucho la idea de que hayan tantos…

¡Ella es la que mete más animales! Yo más bien tengo que frenarla; cuando llega gente con gatitos, ya ella los quiere adoptar, y no pues, hay que pensar en la alimentación y en el espacio. ¡Si por ella tener 100 gatos! La que no quiere más es mi hija; ella ya es jovencita y entiende que no es normal que haya tantos animales en la casa.

Lo de la alimentación es un presupuesto aparte…

Claro que sí. No me puedo quejar, no falta para comprarles la comida. Yo saco de mi bolsillo, de lo que gano con mi trabajo para alimentarlos a todos. De vez en cuando recibo alguna ayuda, pero es muy de vez en cuando.

Y al haber muchos perros y gatos juntos, ¿no se pelean entre ellos?

No porque a todos los he esterilizado. Stefano (uno de los perros) es el dominante y a veces se quiere prender con otro que es ‘entonao’, pero rápido se tranquilizan. Parece que dijeran: moderémosno nomás, nos conviene.   

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