La dueña de Mr Bread aprovechó la cuarentena para emprender un negocio que no le da para vivir, pero sí para darse sus gustitos. Tavola es su marca de tablitas frías
Martha Holters no se duerme en sus laureles: durante la cuarentena, la dueña de la panadería Mr Bread se dedicó a la preparación de tablitas frías. Así nació su emprendimiento: Tavola. «Los ricos andaban estresados y pagaban lo que sea para comer rico», dice en serio y en broma la mujer que en 24 años expandió su empresa en cinco puntos estratégicos de la ciudad. «En febrero de 2021 celebraremos nuestras bodas de plata; lo haremos con fama, pero chiquititos, como cuando empezamos».
La cuarentena cerró las sucursales de la primera panadería de barrio que hubo en Santa Cruz de la Sierra, aunque en el principio se intentó batallar con menos del 50 % de su capacidad y del personal. Un chofer repartía a domicilio, incluso en condominios de La Guardia y Warnes. Pero el esfuerzo no fue suficiente. «Por ahora solo estamos con la central; Dios dirá el próximo año si volvemos a crecer. Mientras tanto sacaremos novedades y yo haré mis tablitas en casa», expresa.
¿De panes a tablitas?
Siempre hice tablitas frías a pedido para algunas amigas. Al estar encerrada en la cuarentena me puse a hacerlas y ofrecerlas, y entonces los clientes llegaron. Disfruto haciéndolas; lo que pasa es que yo soy cocinera, no panadera. Puse la panadería por necesidad, para criar a mis hijos.
Entonces le resultó fácil incursionar en el nuevo negocio…
No, no es negocio. No me da para vivir y por eso no suelto la panadería. La ganancia de las tablitas es solo para mis gustos, para comprarle una muñeca a mi nieta, para cosas así. Y sobre si fue fácil hacerlas, no, no lo fue. Por suerte conozco proveedores de quesos, fiambres y de todo lo que se necesita para hacerlas. Así que ellos me llevaban al departamento y a las encargadas de los supermercados que me conocían les enviaba fotos de lo que necesitaba, y ellas me hacían llegar lo que necesitaba. ¡Este pueblo es hermoso!
Lo bueno es que estuvo ocupada en la cuarentena…
Sí, porque de lo contrario me hubiese vuelto loca. Imagínese, acostumbrada a trabajar toda la vida y de pronto estar encerrada. Más bien que se me ocurrió el oficio.
Usted dice que por necesidad puso la panadería, ¿lo mismo pasó con Tavola?
Tavola fue para entretenerme. Mr Bread fue sustentar a mi familia. Quedé viuda con dos niños que criar (uno de siete y otro de 10), y sin tener idea del negocio abrí la panadería en el garaje de la casa de mi mamá. Ella siempre hizo pan para vender en las ventitas, era su manera de ayudar a papá y mi abuela hizo lo mismo en el campo.
Pero le fue bien…
Teniendo en cuenta que no sabía hacer pan y que no era administradora de empresas, gracias a Dios me fue bien; creé la primera panadería de barrio.
Pero esos años son de prestigio, de escuela para mucha gente…
Sí, la verdad que sí. Quienes han salido de acá se han ido sabiendo trabajar, con una profesión para enfrentar la vida. Tengo dos exfuncionarios en Barcelona: uno tiene su propia panadería y la otra hace horneados para un café de latinoamericanos. Incluso, la gente que tuve que despedir por la pandemia está haciendo pan en sus casas. Siempre capacitamos a nuestra gente desde cero; la idea era que aprendieran a la perfección sin importar si después se iban.
Mr Bread es más que pan…
La competencia y los clientes siempre hicieron que nos diversifiquemos. Cuando empezábamos vi la necesidad de los horneados típicos; para comprarlos la gente tenía que ir hasta los salones de té del centro. De Concepción me traje una de las “mamas” de mis abuelos y con ella comenzamos a hacer tamales, rosquitas, empanadas de arroz y de maíz. Más tarde, por los colegios y universidades, la zona se llenó de jóvenes y ellos demandaban otras cosas; entonces inventé la empanada de tortilla y el cuñapé relleno con ingredientes de pizza. Después surgieron los sándwiches y tortas. Siempre fuimos innovadores: nosotros hicimos el primer pan ciabatta especial para paninis y nos atrevimos a mezclar diversas semillas en la misma masa del pan integral.
Hablemos de lo que le entusiasma, ¿de qué precios tiene las tablitas?
Tengo tres opciones: la más solicitada es la romántica, la piden los enamorados, cuesta Bs 220. Luego está la amistosa, a Bs 400; que en la cuarentena servía para los encuentros clandestinos de los amigos; usted sabe cómo la gente se dio modos para juntarse. Por último, la familiar, que si bien cuesta Bs 700 alcanza para 10 personas. No es picada, es comida, todos quedan satisfechos con ella. Debo decir que los productos que utilizo son de primera calidad y todos son nacionales. Yo soy anticontrabando.