Entrevista

OLGUITA RIBERA DÍEZ: «YO TRABAJO BIEN; NO ME GUSTAN LAS COSAS MAL HECHAS»

Es la maestra ceramista de artesanas cotoqueñas que surten con sus productos a Artecampo. Sus alumnos de la Gabriel René Moreno saben que con ella están aprendiendo para enseñar.

En el salón de exposición y ventas de Artecampo, la asociación que aglutina a artesanos de Santa Cruz, es imposible no maravillarse con los trabajos de un grupo de mujeres cotoqueñas. Son objetos de cerámica elaborados con formas humanas que, sin duda, terminarán decorando algún espacio en calidad de arte o joya artística. Detrás de esas obras está la profesora Olga Ribera Díez, una beniana que a sus 76 años continúa diseñando y enseñando a moldear la arcilla roja. Se formó en la Escuela de Bellas Artes, donde estudió Dibujo, Pintura y Escultura, y en 1974 fue alumna de Tito Kuramotto. En 1976 se fue becada a Córdoba (Argentina) donde, a la par de tomar cursos de cerámica, enseñaba lo aprendido a niños los sábados y todos los días, por las noches, a adultos. Llegando trabajó como maestra en Proyecto Bolivia y Fomo, y por invitación de los artistas Kuramotto, Herminio Pedraza y Marcelo Callaú lo hizo en el Taller de Artes Visuales durante aproximadamente ocho años. Asimismo, fue docente en la universidad NUR y lo es actualmente en la Gabriel René Moreno.   

En 1991, el Cidac (Centro de Diseño, Investigación y Comercialización de la Artesanía Cruceña que formó Artecampo) le pidió suplir durante tres meses a una diseñadora de bordados y tallados de madera, y la “profe Olguita” terminó quedándose hasta la fecha.   

Usted se ha pasado la vida aprendiendo y enseñando…
Todo lo que cuesta es lo que vale. Yo trabajo para el Señor, no para los hombres, aunque, por supuesto, trabajo bien; no me gustan las cosas mal hechas.

En el salón de exposición y ventas de Artecampo, la asociación que aglutina a artesanos de Santa Cruz, es imposible no maravillarse con los trabajos de un grupo de mujeres cotoqueñas. Son objetos de cerámica elaborados con formas humanas que, sin duda, terminarán decorando algún espacio en calidad de arte o joya artística. Detrás de esas obras está la profesora Olga Ribera Díez, una beniana que a sus 76 años continúa diseñando y enseñando a moldear la arcilla roja.

Se formó en la Escuela de Bellas Artes, donde estudió Dibujo, Pintura y Escultura, y en 1974 fue alumna de Tito Kuramotto. En 1976 se fue becada a Córdoba (Argentina) donde, a la par de tomar cursos de cerámica, enseñaba lo aprendido a niños los sábados y todos los días, por las noches, a adultos. Llegando trabajó como maestra en Proyecto Bolivia y Fomo, y por invitación de los artistas Kuramotto, Herminio Pedraza y Marcelo Callaú lo hizo en el Taller de Artes Visuales durante aproximadamente ocho años. Asimismo, fue docente en la universidad NUR y lo es actualmente en la Gabriel René Moreno.    

¿Qué es lo que hace específicamente en Cotoca?
Por la pandemia ahora no estamos haciendo nada, pero antes de que llegue la enfermedad iba a enseñar a trabajar con arcilla roja. Eran 25 mujeres y solo quedamos ocho; no a todas las personas les gusta que le digan que algo que han hecho está mal.

Usted es sincera…
No miento nunca, a Dios no le gusta la lengua mentirosa. Y como decía papito: “Las cosas se hacen bien o no se hacen”.

¿Sus clases en la Gabriel René Moreno han sido virtuales? ¿Cómo se puede enseñar a moldear la arcilla de esa forma?
¡Ujui! Es difícil enseñar así y más aún cuando uno es mayor y es reacio a la tecnología. Lucho para poder manejar a distancia lo que hacen mis alumnos y corregir sus trabajos. Estoy aprendiendo a manejar la tablet, no queda de otra, ¡hay que hacerlo! 

 

Imagino que alguno de sus alumnos se ha dedicado al arte…
¡Claro! Hay muchos ceramistas y también maestros. Siempre les dije a mis alumnos que ellos tenían que aprender para enseñar. Las clases las doy para que en el futuro ellos sean los profesores. No es nomás decir soy artista.

Usted debe sentirse orgullosa por ellos…
No, el Señor dice que el orgullo no es bueno. Yo me siento feliz por ellos, por lo que han conseguido con su esfuerzo y talento. Uno se forma con el hacer, pero también se va haciendo dentro del trabajo, y eso ellos lo han tenido en cuenta. Tengo exalumnos ceramistas en Europa haciendo cosas bellas. Aprendieron las técnicas que les enseñé y eso es fundamental para hacer obras de calidad.

Ellos tuvieron la suerte de tenerla como maestra…
No diré que soy la tuerca, pero los años a uno le enseñan. El dicho de que la guasca hace reyes y bueyes no necesariamente significa que uno lleve chicotes, sino que con una instrucción o formación estricta se consiguen grandes cosas.

Y hablando de ese dicho ¿alguna vez usted llevó guasca?
Dos veces, por treparme a los árboles. A mi papito no le gustaba porque yo era niña, pero ni bien él se iba yo estaba encima de los limos y guayabos. ¡Y no fueron “cinturoncingos”! Él era una persona muy correcta, sin “ajazos” ni cebollas; de mi padre nunca salió una palabra sucia, no es como ahora que hasta salen de las señoras. Y esto no lo digo porque me crea santa.  

¿Cómo llegó a vivir a Santa Cruz?
Nací en San Antonio de Ribera, a orillas del río Mamoré. Antes estaba en el mapa, ahora no sé; seguramente en los mapas en pliegos sí debe estar. En la secundaria me fui a estudiar a un colegio evangélico en Santiago de Chiquitos, después vine a Santa Cruz a estudiar al Bellas Artes. He viajado y vivido en muchas partes, por ejemplo, estuve ocho meses en Italia y dos años en México, siempre estudiando cerámica. Es un privilegio salir y conocer personas de otras culturas.

¿Usted está casada?
Solterita, gracias al Señor. Y lo digo porque por ello he tenido la libertad de moverme sin complicaciones. Eso sí, dos veces estuve a punto de casarme, me quedé con todo listo para el casamiento; pero uno de mis novios metió la pata con otra mujer y el otro resultó que estaba casado. Enamorados tuve muchos, pero solo fueron enamorados, ninguno se sobrepasó porque siempre supe comportarme.

Pero ¿alguna vez no se ha sentido sola?
No estoy sola porque el Señor está conmigo. Vivo con mi sobrino, su esposa y su hija; nunca me ha faltado compañía. Con los años que llevo encima siempre tengo cosas para hacer.

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