La artista tiene una exposición individual en la galería Nube. Son 150 obras que surgieron en plena cuarentena y están basadas en la naturaleza
A decir de Cecilia Lampo, co-curadora de la exposición de Raquel Schwartz en Nube Gallery, «las circunstancias confinan a Raquel a un viaje interior en un principio forzado y después voluntario –tanto que ya no quiere alejarse de él– y es en ese tiempo y en ese lugar que ella busca y vislumbra algo que podría llamarse profundidad, autenticidad». Efectivamente, fue la cuarentena por la emergencia sanitaria la que llevó a la artista contemporánea a recluirse en su taller y de allí salió un turbión de obras: 150 pinturas en acrílico, acuarela y tinta. Están expuestas con el nombre de “Me levanté para no olvidar”.
Schwartz trata de explicar el título de su conjunto de obras: «No podemos olvidar de qué estamos hechos. Mis pinturas están basadas en la naturaleza, en el afán de canalizar la situación que estábamos viviendo por el covid; no quería hacer nada referente al mal; busqué más bien lo espiritual». El confinamiento le resultó útil; después de 12 años reunió material para montar una exposición individual. «Tomé cursos de acuarela vía online y luego aplicaba en mi taller lo aprendido. Todo tiene su proceso y hay tiempo de cosecha. A mí la cuarentena me ha ayudado a cosechar», expresa.
Lleva 14 años como directora de la galería de arte Kiosko y en ella siempre ha presentado sus obras en exposiciones colectivas. Su fama como artista de instalaciones con temáticas políticas y sociales la podemos corroborar con su creación “Todos somos Warnes”, que formó parte de la XXI Bienal Internacional de Arte de Santa Cruz de la Sierra: cuatro espejos cubrieron el pedestal del monumento al prócer de la independencia de Bolivia. «Con ella quise mostrar que la base del héroe es el pueblo; asimismo, era un juego óptico y de espacio con el entorno, con el que se creaba una magia que hacía parecer que Ignacio Warnes flotaba», indica.
Con el tema pictórico Raquel estuvo atascada mucho tiempo; en un callejón sin salida, como ella misma manifiesta. «Nada me emocionaba», dice. Una vez confinada recurrió a materiales que poco o nada había utilizado: acrílico, tinta y acuarela. «Quise mirar otras cosas y como antes era monocromática había que buscar los colores; pero no era así, el color tenía que encontrarme a mí. Y lo hizo», cuenta. «Estar 12 horas durante siete días en el taller para mí fue un escape del covid, de la incertidumbre y de la pena por tantas cosas feas que pasaron. Fue como abrir la pila de agua y dejar que fluyan otros sentimientos».
Dato:
“Me levanté para no olvidar” está expuesta en Nube Gallery, parte del proyecto Kiosko.
Dirección: calle Arenales n.° 315 (frente a la iglesia San Francisco).
Santa Cruz de la Sierra, Bolivia
Horario: de lunes a viernes, de 9 a 20 h
Foto de la artista: Untref