Su marca es Kevela y está en el mercado desde hace 12 años. Sus ideas ahora decoran y son útiles en casas y oficinas
Sus gordas son lo que más llaman la atención. Están expuestas en el centro comercial Beauty Plaza, en Santa Cruz. Tatiana Mendoza de Sauma chochea con ellas y con todo lo que ha creado con la marca Kevela: vajillas, macetas, relojes, adornos y hasta mesas (hay un modelo extraordinario cuya base son tres jirafas).
El negocio empezó hace 12 años como un pasatiempo. La creativa paceña había quedado cautivada con piezas que vio en Estados Unidos y de regreso buscó buena arcilla para modelar. La encontró en Samaipata y en un taller en su casa le dio el tratamiento requerido. Una vez adquiridos los hornos y esmaltes, comenzaron a darse las formas, figuras y obras, a partir de elementos tan naturales: tierra y agua.
Su trabajo como administradora de empresas le impedía dedicarse por completo al emprendimiento, así que recurrió a Eduardo Mborobainchi para que sus manos hagan realidad las ideas que ella tenía en la cabeza y que sabía que encantarían a la gente. Por supuesto, el ceramista también dio de sí y juntos logran objetos fantásticos que pueden ser decorativos como utilitarios. «Aquí hacemos lo que la imaginación alcance y como es infinita, las piezas se dan a diario», indica. «Además, recibimos muchos pedidos».
Al taller de Kevela no solo se puede ir a comprar sino también a crear. Mendoza y su funcionario reciben a personas que desean moldear la arcilla hasta darle una forma deseada, luego el trabajo se introduce en el horno y, por último, se pinta. No se dan clases porque no hay tiempo para ello. De hecho, cuando la demanda de pedidos es grande, se ha tenido que contratar colaboradores. Sin embargo, Tatiana sabe que tomar un curso de cerámica siempre es bueno; ella lo hizo cuando empezó, para aprender y para relajarse. «Ahora por internet se puede aprender sin problema», dice. «Hay que tener ganas y perseverancia. Además, echando a perder se aprende».