Entrevista

PERCY ÁÑEZ CASTEDO: «CON AMOR PODEMOS SOBREPONERNOS A TODAS LAS ADVERSIDADES»

El presidente de APAC no solo gusta de la música renacentista y barroca; en su Spotify hay lo que se pueda adecuar a su estado de ánimo. A sus 30 años está casado, tiene un niño, espera otro y puede aceptar los que Dios quiera enviarle.

Percy Áñez Castedo no se amilana ante las dificultades. Lo dejó claro ante ciertos problemas que se suscitaron durante la organización del Festival Internacional “Misiones de Chiquitos”, que tiene a su cargo al presidente del directorio de APAC. Ese es un hecho curioso: el hombre tiene 30 años, casi la misma edad del encuentro de intérpretes de música renacentista y barroca que está por concluir en Santa Cruz de la Sierra.

Lleva casi un año al frente de la Asociación Pro Arte y Cultura e integra el ala juvenil del directorio formado para mantener en el futuro los objetivos de la entidad. Formado en Artes Liberales, profesión con la que puede trabajar en diversas áreas de educación, investigación y cultura, sumado a su maestría en Administración de Empresas, lo hace ser el indicado para ocupar el puesto.

Su primera gran tarea ya tiene puntaje positivo y en su realización se movió como pez en el agua. El director artístico del festival, el padre Piotr Nawrot, califica el evento como “absolutamente genial”, halago que cosecha Percy Áñez junto a un equipo logístico que, aunque novato, reactivó las actividades que el covid truncó por dos años.

¿Qué tan cierto es lo que escuché decir a su padre, que usted de niño sí o sí tenía que ir con él a los conciertos del festival?

(Risas) Es verdad; no me acuerdo si era tan obligado, porque esto es tan impresionante y uno de niño toma atención de las cosas que salen de lo común. Me acuerdo que a los seis o siete años estuve en los festivales, ¡y claro que me emocionaba! Este encuentro musical es algo con lo que uno se identifica, lo encuentra como propio, ¡y lo es!

¿Tiene pensado repetir la historia con sus hijos?

Tengo un hijo de casi dos añitos, todavía no viene a los conciertos; pero el otro día le dije a mi esposa (Macarena Valdés): “Me gustaría hacer una función específica para los chicos, donde no pase nada si hacen ruido, lloran o tiran un grito. Quizá sea lindo para un próximo festival tener una función en la que los padres estén con sus niños, de manera que empiecen a familiarizarse con la música desde bebecitos.

¿Qué actividad artística tiene… o solo escucha música?

(Risas) Me hubiese gustado desarrollar más mi gusto por tocar el órgano; lo hice de niño, pero lo dejé. Ya estaba tocando bonito y de sonso lo dejé. Creo que si los papás inculcamos a los chicos por lo menos a apreciar el manejo de un instrumento musical, será un triunfo para ellos y para la sociedad. Por otro lado, el hecho de tener la sensibilidad para emocionarse y valorar el trabajo que hay detrás del arte es suficiente victoria cultural para cada persona y para que todos se sientan orgullosos. Yo pienso que eso es algo que estamos consiguiendo.

Hace unos días, el padre Piotr Nawrot decía que hay un gran cambio respecto al conocimiento y la valorización musical en nuestro medio, esto debido a la formación de músicos…

Efectivamente, la formación de orquestas en la ciudad y en provincias ha logrado el interés y entusiasmo de la gente. La consolidación de grupos musicales es motivo de orgullo y yo creo que en la medida que avancemos hacia esa perfección, seguiremos teniendo un festival referente.

Pero, de verdad, ¿usted ni siquiera canta?

En la ducha (risas). No, ni siquiera canto. Me encanta la música; en mi Spotify sigo a todo tipo de artistas y los diferentes periodos musicales; escucho clásicos, rock, balada, bachata, música en inglés… Todo dependiendo de mi estado de ánimo.

Si tuviese la oportunidad de organizar un festival musical, obviamente diferente al barroco, ¿de qué sería?

Probablemente sería de rock latinoamericano. Me encanta el rock de los 70, el de Andrés Calamaro, Charly García, Luis Alberto Spinetta… Y también me gusta el contemporáneo, lo que toca Iván Noble, por ejemplo. ¡Pucha! Hay una variedad tan grande de estilos con los que se podrían hacer cosas lindísimas.

¿Alguna vez sus amigos le hicieron bullying por gustar de un estilo musical tan poco común entre los jóvenes?

No, nunca se han burlado de mí por esto, ni siquiera mis amigos menores que yo. Más bien se ha despertado un interés por conocer y aprender de esto, y realmente es importante que esta situación suceda para que la música misional se cuide y se aprecie. En esta versión del festival he notado mucho acercamiento de gente joven a los conciertos, algo fundamental para APAC y la comunidad.

¿Qué recuerda del festival en su niñez?

Algo supercurioso: los aplausos en cualquier momento de los conciertos (risas). La gente todavía no sabía el tema de cuándo debía aplaudir y eso me causaba gracia; cuando unos aplaudían, otros los callaban. Y eso es tan genuino y no está mal; aplaudían porque se emocionaban. Con el tiempo y asistiendo a los festivales hemos aprendido a contenernos y a educarnos.

Su discurso en el lanzamiento del festival fue muy poético y motivador…

Es que el festival es eso. En realidad, con este evento estamos haciendo un homenaje a un proceso histórico del que tenemos que sentirnos orgullosos. Este es un proceso histórico de mestizaje, de trabajo duro, de saber resistir… La música y el festival han demostrado que con amor podemos sobreponernos a todas las adversidades.

¿Cómo es que llega a dirigir APAC siendo tan joven?

El año pasado, cuando iban a cambiar de directorio, la presidenta Ana Luisa Arce me llamó para comentarme que querían hacer un traspaso generacional en el liderazgo. El proyecto era tener cinco directores jóvenes, de nueva camada, y cinco de la antigua, con la finalidad de compartir conocimientos y aplicar cosas nuevas a la institución, pero sin dejar de lado el know-how que es tan importante y que ha hecho grande a APAC. En ese proceso estamos hace más o menos un año y, como presidente joven, me siento muy cómodo trabajando con el padre Piotr, Ana Luisa y Cecilia Kenning, personas con una experiencia tremendamente amplia y con una enorme generosidad para compartir lo que saben.

¿Usted recibe un sueldo o su trabajo es voluntario?

Cien por ciento voluntario. Mire, APAC funciona gracias a funcionarios de plantilla completamente comprometidos con lo que hacen, pero su alma es el voluntariado; los voluntarios son fundamentales para que las actividades que tenemos se desarrollen de forma tan precisa y perfecta. Tenemos directores, asociados y gente que se pone la camiseta en cada festival para conseguir logros como el que esta vez hemos conseguido.

Entonces, ¿a qué otra actividad se dedica? Digo, porque no solo de música vive el hombre…

Sí, antes trabajé en banca y en telecomunicaciones; desde hace un par de meses soy gerente general de una bodega de vinos en Samaipata (1750); mi familia está involucrada en ella. Además de eso, hago algo de ganadería.

Oiga, ¿cuántos hijos más desea tener?

¡Ya viene otro en camino! Con él serían dos, y la verdad es que los que Dios quiera. Si me manda cuatro, ¡bienvenidos! Y si son seis, bien también (risas).

¡Una orquesta!

Yo soy muy muchachero. Me gusta mucho compartir tiempo con mi hijo; ya quiero que llegue el segundo. Los hijos dan el sentido de trascendencia a la vida.

 


Foto: Leonardo Souza / SouzaInfantas Agencia de Comunicación

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