Entrevista

GRACIELA ANGLARILL: «EN EL MATRIMONIO TENÉS QUE AMAR, PERDONAR Y CEDER»

Ella es el par perfecto de ‘Quito’ Velasco. En esta su primera entrevista, deja ver su amor por su esposo, sus hijos, su trabajo y el arte. 
  

Esta es una exclusiva. Graciela Anglarill Jordán deja de lado su timidez y por primera vez concede una entrevista. Parece increíble que la mujer que maneja la empresa del gran ‘Quito’ Velasco —además de estar a su lado en todos sus procesos de decoración— se haya escapado de los periodistas por tanto tiempo.

Y pese al bajo perfil que procura tener, es imposible que ella pase desapercibida en los eventos a los que asiste con su esposo, por el derroche de elegancia y buen gusto del que hace gala con sus outfits. En cierta ocasión, el suplemento Sociales del diario El Deber la incluyó en una lista de las mujeres más “fashion” de Santa Cruz de la Sierra.

Graciela es el ancla de ‘Quito’ incluso desde antes de que se casaran en 1993. Cuando enamoraban, este ya decoraba fiestas de bodas y carros alegóricos carnavaleros, pero lo hacía sin estructura empresarial. Al ser ella una estudiante de Administración, se dio la tarea de poner todo en su sitio. «Él es artista y como todos los artistas es volado, no sabe de nada; ni siquiera sabe si tiene plata en su bolsillo», dice.

Entonces, se complementan…

Nos complementamos: él con su creatividad y yo con mi organización, aunque ahora ya soy medio desorganizada por su culpa (risas). A veces me hace renegar porque se sale del presupuesto del trabajo que hay que hacer, pero entiendo que es porque quiere que todo quede mejor. Ya después vemos la forma de compensar los gastos.

¿Cómo se conocieron?

Nos conocemos desde siempre. Su madre es muy amiga de mis abuelos, de mi familia materna. Pero cuando volví de un intercambio en Estados Unidos, mis excompañeras de colegio (Uboldi) estaban saliendo con un grupo de la comparsa de ‘Quito’, los Haraganes; entonces empecé a salir con ellos, y entre medio estaba él.

Te emparejaron con ‘Quito’…

(Risas) Le costó harto, te cuento; por eso yo digo: “La gota labra la piedra” (risas).

¿Y por qué fue eso?

Porque no me veía con él y porque yo tenía a otra persona desde antes de viajar a Estados Unidos; a veces uno cree que ciertas relaciones permanecen y no es así. Entonces empezamos a salir ¡y terminamos casados!

¿Qué te enamoró?

Sus detalles. Una vez me envió una caja de unos 60 por 60 centímetros, con un ramo de orquídeas nativas en la parte superior; cuando la abrí salieron unos globos con helio, que en esa época casi no existían. Los globos estaban atados a una caja de chocolates blancos con forma de corazón. ¡Él sabía que me encantaban! Y así, siempre ha tenido miles de detalles; es superdetallista.

¿Y vos?

¿Yo? También (risas). No tanto como él; soy un poco más seca, pero sí le hago tarjetas, algún regalito… Nada guau, porque al final lo que vale es la intención.

Hace muchos años te vi supervisando el decorado navideño en El Deber y últimamente en el montaje de Casacor. Por lo visto tu trabajo no es solo en oficina…

Siempre salí a ayudar, a controlar a los trabajadores. En Casacor, durante la obra bruta de la muestra, estoy empujando a la gente, viendo que hagan lo que tienen que hacer. ‘Quito’ está al principio, cuando se aprueban los proyectos y se hace el master plan del inmueble; vuelve a estar para dar sugerencias a los profesionales cuando todo ya está encaminado.

¿Y te estresa?

¿El trabajo o ‘Quito’? (risas)

Empecemos por el trabajo…

He aprendido a trabajar bajo presión porque en realidad eso es lo que hacemos en Quito Velasco Decoraciones. Nos ha pasado que la boda es mañana y las flores no llegaron porque hubo un bloqueo, no hay el color que se requería y entonces hay que buscar la solución, porque no le podés decir a la novia que se case otro día. Para nosotros las cosas tienen que salir como sea y para eso también tengo que presionar; pero no soy gritona, tengo mi manera de decir y exigir, porque hay que llevar todo en paz. Pocas veces me sacan de mis casillas, pero me aguanto.

Y ‘Quito’, ¿te saca de tus casillas?

Un poco (risas). Cuando crecés con una persona desde que sos joven, aprendés a convivir con ella con sus defectos, virtudes, mañas y hábitos. Además, cuando hay amor, todo lo aguantás; eso es lo más importante; en el matrimonio tenés que amar, perdonar y ceder.

Muchos artistas tienen como pareja a otra artista. ¿Cómo es el caso de ustedes?

Nosotros pintamos. Hace años empezamos a tomar clases de pinturas; las dejé porque me embaracé, pero las hemos retomado. De hecho, durante la cuarentena tomamos unos cursos virtuales con Laura Limpias. Pintando yo soy más realista; me gusta pintar más al detalle y me demoro mucho. ‘Quito’, así como lo ves dibujando rápido, también pinta rápido.

¿Qué hacen cuando no trabajan?

Según él, espera los domingos para descansar, pero es mentira… La mayoría de los domingos siempre tenemos gente en mi casa. A ‘Quito’ le gusta mucho atender a la gente, invitar a cenar a los amigos; él los tiene de todas las edades: muchos jóvenes, otros de su edad y un montón de señoras que le escriben a diario, le mandan oraciones y él les responde.

Y, sinceramente, ¿te gusta recibir gente en tu casa o es que no te queda de otra?

(Risas) He aprendido a hacerlo. Me encanta recibir gente en mi casa. A ‘Quito’ le gusta preparar cenas, ¡cenas temáticas! A veces le digo: “¡¿Por qué no podemos ser normales?!”; lo que pasa es que cuando voy a cenas donde mis amigas, veo vasos y platos sencillos, y en mi casa él me hace sacar un montón de platos, platillitos, cucharitas, servilletitas… Si bien él es quien cocina, yo soy la que decoro la mesa, aunque muchos crean que fue él quien también lo hizo; pero, claro, he aprendido con él.

Entonces, también sabés decorar …

A mí siempre me gustó todo lo referente a la decoración. Es más, primero yo iba estudiar Arquitectura; para eso me iba a ir a Córdoba. Pero como llegué de Estados Unidos a mitad de año, mi padre me dijo que, para no perder el tiempo, estudie acá cualquier cosa. Creo que por eso nos complementamos con ‘Quito’ y más aún ahora con Casacor. ¡Me encanta! Cuando hacés las cosas con pasión, el trabajo no es trabajo.

¿Y vos sabés cocinar?

Me las bato, pero en realidad no tengo que cocinar. Aparte de ‘Quito’ que es un gran chef, mis dos hijos hacen cosas espectaculares en la cocina. Tenemos un montón de libros de gastronomía, de todos los tipos. Además, cuando viajamos, nos gusta ir a buenos restaurantes; y eso lo hacemos no solo por probar los platillos que tengan, sino para ver la decoración. Se disfruta del sabor y de la vista.

¿Qué otros talentos tienen tus hijos?

Una sicóloga nos dijo una vez que mis hijos no se animaban a demostrar algún talento por temor a no llegar a la talla de su padre o a no tener la aprobación de él. No sé si sea así; yo considero que ellos son creativos a su modo. El menor pintaba cuando era chico y le gustaba mucho escribir. Los dos cocinan muy bien y ahora que viven solos tratan de servirse a sí mismos: cuando preparan algo les sacan fotos a sus platos decorados y nos las envían.

Decime, ¿quisiste tener una hija?

Yo quería tener por lo menos tres hijos, sin importar si los tres fuesen hombres; me parece que dos son poco, lo siento ahora que estamos solos, aunque sé que un día el tercero también se iba a ir. Tuve cuatro pérdidas de embarazo antes de tener a mi segundo hijo y, por una enfermedad inmunológica que me diagnosticaron y que me ponía en riesgo, dejé de intentar tener otro.

¿No pensaste en adoptar?

Te cuento que lo pensé, se lo sugerí a ‘Quito’ y hasta hace poco se lo volví a decir. Pero no, no es fácil tomar una decisión de ese tipo.

¿Fue difícil alejarte de tus hijos?

Cuando se fue el primero lo extrañamos un montón y cuando lo hizo el segundo fue peor. Ellos siempre han sido muy apegados a nosotros. A veces prefieren acompañarnos antes que salir con sus amigos; si vamos a viajar para Carnaval o Año Nuevo, no les importa si se pierden esas fiestas. Cuando estuvimos solos le dije a ‘Quito’: “Nos volvimos a reconocer”.

¿Creés que ellos seguirán con la empresa?

No sabría decirte. Con Quito Velasco Decoraciones no sé; quizá con Casacor. Creo que ellos como profesionales (Luis Alberto es graduado de Negocios Internacionales y Mauro estudia Administración de Hospitalidades) tienen que perseguir sus propios sueños. Quisiera que aprendan a trabajar, que sepan que nada es fácil. Aunque sé que lo saben: aquí, en las decoraciones, ellos han ido a alzar basura, a poner centros de mesa… Ellos no se corren de nada.

Y para sacarte el jugo en esta tu primera entrevista, contame, ¿cómo es que sos tan pintuda?

(Risas) ¿Soy sencilla o no?

No estás emperifollada, pero siempre te ves bien… ¿Cómo sabés qué ponerte, qué comprarte?   

Bueno, me compro lo que me gusta. A veces ‘Quito’ me sugiere algo, pero si no me gusta, no lo compro. No uso vestidos o faldas cortas, escotes, transparencias… No sé si es porque sea clásica o porque me daría vergüenza vestirme con ropa con esas características. Creo que es importante saber adónde se está yendo y vestirse de acuerdo al lugar y a la ocasión; no voy a ir a un cóctel con un traje largo, floreado y con volados extravagantes. Hay que saber ubicarse.

Foto de apertura: Pablo Manzoni – Foto en nota: Facebook Graciela Anglarill

Foto en Facebook de Okey!: Carlos Andrés Herrera 

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