El club de campo Santa Rosa de la Mina se reactivó. Sus instalaciones se ampliaron: cuenta con cabañas gemelas y en su espejo de agua se pueden realizar deportes náuticos.
La cortesía de Herman Antelo Laughlin es de sobra conocida. Quienes lo conocieron como cónsul en Chile o embajador en Colombia pueden dar fe de ello. Ahora, retirado de la vida política y diplomática, está netamente dedicado a un proyecto inmobiliario y hotelero que inició hace 23 años, cuando “recompró” una propiedad que había pertenecido a su familia.
Santa Rosa de la Mina, a 196 km de Santa Cruz de la Sierra, es un enorme condominio campestre y hotel a la vez. «En los últimos tiempos, hemos construido cabañas gemelas al lado del Club House, con habitaciones tipo hotel cinco estrellas», cuenta el empresario. «Además de eso, inauguramos el Club Náutico y pusimos a disposición botes a remo y caballos de paseo».
¿Cómo se le ocurrió tener este lugar?
El proyecto responde a la acumulación de ideas, experiencias, viajes… Y navegaciones en internet. Aparte de eso, quise recuperar lo que vendimos cuando murieron mis padres.
Es realmente como un hotel de lujo, hasta en la comida…
Sí, nuestro restaurante ofrece comida internacional, típica y novedades gourmet que vamos renovando y ampliando. Por estos días estamos ofreciendo una delicia de la cocina del Medio Oriente, de Irán más precisamente: estofado de cordero a la berenjena con especias.
¿El personal del lugar es de la zona?
Todos los funcionarios son lugareños. Trabajan en el club y en las cabañas, tanto en las nuestras como en las particulares; lo hacen en mantenimiento, en servicios técnicos y en artesanías para souveniers. Ocupamos más de una veintena.
¿El chef también?
La chef es una chica de la zona que tiene muy buena sazón y un gran maestro, yo (risas).
¿Usted capacita al personal para la atención del huésped o cliente?
¡Por supuesto! También gestionamos capacitación práctica en hoteles de calidad. Nuestra chef hizo una capacitación en el hotel Los Tajibos, con apoyo de Cepad (Centro para la Participación y el Desarrollo Humano Sostenible).
¿Ya volvió a la normalidad la ocupación hotelera?
Hace un mes que se normalizó la actividad, después de seis meses de paro, ¡terrible! Actualmente podemos hospedar hasta 70 personas con todas las normas de bioseguridad.
¿Qué tal es vivir en Santa Rosa de la Mina?
Yo vivo mitad y mitad: paso tres o cuatro días de la semana en nuestra oficina de Santa Cruz y de viernes a lunes, más feriados, en Santa Rosa. Sin embargo, cada vez nos iremos trasladando más tiempo para allá. La vida en el lugar es grata y activa al máximo.
¿Usted atiende a los huéspedes o solo los ve de lejitos?
Me encanta atender personalmente a mis huéspedes; es muy importante estar cerca de todo para ayudar, resolver problemas y aprender.
¿Extraña su vida anterior, la de político y diplomático?
No, para nada. Mi paso por la política y la diplomacia me dejó registros por demás gratificantes y pedagógicos a todo nivel; es parte de mi patrimonio personal. Mi vida de ahora es igual de desafiante y enriquecedora.
Si lo invitaran para volver al mundo diplomático, ¿lo haría?
Lo pensaría mucho (risas).
¿Qué lo hace feliz, don Herman?
Estar sano, tener unas hijas y una pareja (Flor Ortiz) a todo dar… Y estar en paz conmigo mismo.
Usted se casó hace relativamente poco ¿se vale intentar de nuevo en el amor?
¡Totalmente! Soy un hombre feliz y aunque los desafíos son grandes, me considero una persona afortunada y realizada.