El escritor participa de la Feria Internacional del Libro de Santa Cruz. Aprovecha la muestra para vender también sus poleras con ilustraciones de sus obras
Diciembre inició con la XXI Feria Internacional del Libro de Santa Cruz de la Sierra en el Museo de la Ciudad Altillo Beni y la Casa Melchor Pinto. La muestra, que suele realizarse entre mayo y junio y fue pospuesta por la emergencia sanitaria, reunirá hasta el domingo 6 a 150 expositores. Uno de ellos es Alfredo Rodríguez, el autor de las afamadas “Evadas”.
¿Cómo va la feria?
Arrancó muy bien. Es un alivio para el sector editorial. El primer día hubo buena concurrencia y buenas ventas. Leo comentarios muy satisfactorios entre los expositores.
¿Creés que ayuda que los lugares estén en el centro de la ciudad y uno cerca del otro?
Sí, y ojalá se mantenga así. Yo le sumaría la Manzana Uno, para hacer un circuito más completo. Ayuda, entre otras cosas a revitalizar el centro de la ciudad, tan venido a menos en los últimos tiempos.
Otro tema es la época, en invierno da flojera ir a la feria y más si está lloviendo…
Con frío también ha funcionado muy bien. No recuerdo las primeras versiones, pero desde la cuarta, cuando se hacía en el centro de convenciones Ambassador, esa era su época. En invierno tiene su encanto. Felizmente, la feria del libro siempre logró una convocatoria muy favorable, pese al clima.
¿Qué estás presentando vos?
Estoy con mis libros para niños y adolescentes: “Cuentos para caer en cuenta”, “Cuentos Felinos” y “Cuentos Antiberrinche”.
¿Ya no más “Evadas”?
No. Tuvo su momento, ahora quiero dedicar mis energías a los niños. Además, no sirvió de nada.
¿Por qué decís que no sirvió de nada?
En lo personal fue muy importante en mi carrera, me permitió posicionar mi marca personal. Sin embargo, visto desde la perspectiva política, fue un desastre. Traté de mostrar en sus cinco ediciones lo terrible que fue el régimen masista y aquí los tenemos de nuevo. No aprendimos la lección. Ahora son los dueños de todo. De todos los poderes del Estado, de la narrativa (“no fue fraude, fue golpe”) y pronto tomarán la mayoría de las gobernaciones y alcaldías.
Pero vos velo solo desde el lado literario…
Me cuesta separar las aguas. Pero sí, fue muy importante en mi trayectoria. Ahora tengo otros proyectos más reconfortantes; voy a seguir trabajando para nuestros niños.
¿Y no habrá ‘arceadas’? Digo, el nuevo presidente ya se mandó dos o tres lapsus como para empezar una saga…
Es verdad, siguen apareciendo los aportes; pero, ¡paso!, que los documenten otras personas. Para mí ya fue.
¿Cómo va la venta de poleras con las ilustraciones de tus libros?
Eso ha sido otro hallazgo. Las ilustraciones estaban en mis libros hace ya varios años, son exclusivas y ya había pensado en ponerlas en poleras. En realidad, el proyecto inicial era imprimir poleras con los dibujos de “Evadas” y vendérselas a los zurdos que llegan al país. Con la cuarentena encima decidí retomar este emprendimiento con las ilustraciones de gatos y fue un golazo. Sin embargo, no he impreso grandes cantidades, estoy aprendiendo el negocio. Las imprimo en las serigrafías de la calle Mercado; la calidad es muy buena, pero quiero exigirme más. Va a costar un poquito más, pero quiero que la gente quede muy contenta.
¿Pero por qué esa venta: de libros a poleras?
Cuando publiqué “Evadas” por primera vez, tuve serios problemas laborales. Nadie me quería contratar en ningún lado; ningún medio, ninguna ONG… Era obvio, recién había pasado lo del hotel Las Américas y todo el mundo estaba asustado. Nadie se arriesgaría a tenerme en su staff, salvo una persona, Carlos Pardo; él fue el único que me dio trabajo para escribir en Trendy, una revista de moda y estilos de vida. Ahí aprendí mucho de trapos, diseños y todo eso.
¡Mirá vos! Con razón, ya se entiende la relación.
Esto de las poleras tiene, de alguna manera, un hilo con esa etapa (risas).
¿Y tus clases de redacción, qué tal?
Las clases de redacción se han convertido en una fuente inagotable de felicidad. Estoy por llegar a los 70 talleres, más de 1.000 personas capacitadas y he diversificado la oferta. Al principio eran de redacción general, luego amplié a redacción periodística, redacción creativa y redacción académica. En cada una de esas áreas ocurren cosas increíbles. Hay muchas personas que han encarado proyectos literarios guardados, tesistas que finalmente se titularon y una gran cantidad de personas que se debaten en las redes sociales con más solvencia y que generan corrientes de opinión en sus rubros.
He visto que también las das de forma virtual…
Sí, la pandemia me dio un impulso tremendo. Me empujó a la virtualidad y ahora tengo participantes de todo el país y, de tanto en tanto, aparecen interesados desde el exterior.
¿Has pensado en recopilar las mejores narraciones de tus alumnos y publicarlas en un libro?
Lo estoy haciendo. Son crónicas de viajes; son maravillosas.
¿Y no bregás con el tema de la ortografía?
Mucho, pero también incluyo la ortografía en mis clases con una propuesta muy lúdica, para que mis estudiantes hagan las paces con las normas de acentuación y puntuación. De hecho, hasta uso ronditas, poemas, videos, todos los recursos que te podás imaginar. La gente queda picada y va por más.
Entonces, sos el rey de la paciencia…
Bueno, mis canas no aparecieron de la nada. A veces me enloquecen.