La vida actual de la diseñadora de modas está compartida entre sus dos hijos y el taller donde le llueven encargos de vestidos para bachilleres y novias. Una colección cápsula está empezando a aparecer en sus redes.
Por demás está decir que Erika Suárez Weise —“Erikita” para todos— es una diseñadora de modas hipertalentosa. Ya lo dijo una vez la edición mexicana de la revista Vogue: «Su técnica costurera es fluida y meticulosa», fina en cada detalle. Su marca Weise es sinónimo de calidad y buen gusto; y, lo que es mejor, con ella las clientas se aseguran exclusividad en sus modelos prêt-á-couture.
Poco se sabía de ella tras la cuarentena, tiempo que coincidió con la crianza de sus hijos. Tuvo a Emilia a mediados del 2019 y a Salvador, en 2022. Contactada por Whatsapp, cuenta que los niños le han cambiado la vida. «A las siete se me acaba el día; cuando se duermen caigo con ellos», asegura. «Mi vida social transcurre en mi taller».
¿Tu taller es también boutique?
No, en realidad casi nunca tengo algo listo para vender. Gracias a Dios he tenido tanto trabajo que me dejó sin tiempo para hacer una colección. Recién pude terminar una; son más piezas de arte que vestidos comerciales. La textura de los tules imita la silueta del río Piraí y las tramas que deja el paso de su caudal.
¿Cómo es esta colección?
Es una colección cápsula, muy conceptual, con toda una historia por detrás y con una propuesta bien vanguardista… Son siete vestidos con mucho trabajo de texturas y siluetas, algo que siempre ha caracterizado a mi marca. Hace poco empecé a subir las fotos a mis redes sociales.
¿Influyó que no haya desfiles para que no hagás colecciones?
La pandemia definitivamente cortó el calendario de desfiles.
¡Y el uso de vestidos!
¡También! Aunque, felizmente, siguieron los pedidos de trajes de novia y vestidos para graduadas. Pero, sí, el calendario de desfiles de moda se paró y para mí no fue una prioridad hacer colecciones; además, grave había sido trabajar criando muchachos (risas). ¡Mamacha de Cotoca!
¿Complicada la cosa?
Lo que pasa es que uno no sabe cómo será la vida después de que nacen los hijos. Con Emilia íbamos bien; pero ya todo se descontroló con el segundito. Pero, como dicen, llegaron con su pan bajo el brazo; no me ha faltado trabajo.
¿Cuánta gente trabaja con vos?
En mi taller con seis personas y afuera tengo a varias familias trabajando para mí. En realidad, son costureras que no pueden venir porque tienen hijos y prefieren trabajar desde sus casas.
¿Qué tipos de vestidos te piden más ahora: de novia o de fiesta?
Tengo muchos de novia para septiembre y octubre, y un montón para bachilleres. Pareciera que la ocasión graduación se ha vuelvo importante en estos tiempos; sé que siempre ha sido, pero creo que ahora las chicas se preocupan más de tener vestidos espectaculares.
¿Y hacés muchos?
El año pasado entregamos 50 vestidos para graduaciones y ahorita estamos casi al límite de solicitudes. Para novias tengo alrededor de 10 encargos.
Oye, ¿y siguen llegando las novias pidiendo vestidos revista en mano?
Mirá, con mucho orgullo debo decirte que llegan con fotos de mis propios vestidos. Diseños de novias o de fiesta que he hecho y que se han publicado en periódicos y revistas. Quieren algo similar o tal vez la textura o el bordado. También me dicen “me encantó el vestido que le hiciste a fulanita; deseo uno parecido”… Por otro lado, muchas veces hay personas que no tienen las palabras técnicas para explicar lo que desean, y es cuando les pido una foto que me sirva como referencia, para entender el estilo que buscan y en función a eso trabajar sobre lo seguro. Cada visita que tengo es como una consulta psicológica: debo entender a mi clienta en muchos aspectos (risas).
Y convengamos que hay gente complicada en esta vida…
En realidad, no sé si yo tengo buena suerte o hay buena onda aquí en el taller, pero pocas veces me ha tocado alguien complicado. Pienso que es una cuestión de química; la persona que está aquí es porque se siente cómoda y se deja asesorar porque confía en mí. Ese es el primer paso para estar en paz.
¿Extrañás los desfiles de moda?
Creo que hay etapas en la vida que se van alcanzando y van pasando. En el caso de Boliviamoda, fue una plataforma espectacular que me ayudó a crecer, a aprender y para encontrarme como diseñadora; así supe cuál era el camino que debía seguir. El DAB (Diseño y Autores Bolivianos) fue otro lugar interesante que me ayudó a conectarme con lo que está pasando afuera, eso gracias a los editores y revistas que publicaron mi trabajo. Ahí fue cuando me dije: “Definí qué vas hacer como marca y cuál es tu proyección”.
¿Hacen falta los desfiles?
Hay tantas plataformas por donde mostrar mi trabajo de manera virtual, que hacen que toda la adrenalina que sentía en los desfiles también la sienta ahora. Ahora subís tu trabajo a TikTok, se hace viral, gente conocida te ‘laiquea’, te contactan revistas para saber de vos y te llaman para concursos… ¡Es emocionante! La pasarela se ha vuelto virtual; es un reflejo de las comunicaciones actuales.
Siempre he tenido la curiosidad si a tu taller van hombres a ver qué encargan sus esposas, hijas o novias…
Sí, sí, sí, claro que sí. Tengo un montón de señores involucrados en lo que hago para sus esposas, hijas o novias. A ver, lo que pasa es que cuando vienen a mi taller lo hacen por una celebración; están celebrando una boda, una graduación, un cumpleaños o cualquier momento importante para la familia. Muchos papás acompañan en las pruebas y en las decisiones; es muy lindo porque hay como una decisión familiar sobre el vestido.
Te pregunto porque muchos dicen que no opinan de “trapos”…
(Risas) Hoy en día los hombres saben mucho más de moda que antes. El estar más en las redes hace que sepan más de estilos y tendencias; uno se sorprende de lo actualizados que están en el tema, y sus opiniones son valiosas.
Foto de Erikita vestida de novia: Pablo Manzoni
Fotos de modelos: @silviarocchino