Asegura que muchas veces no mide con quienes se enfrenta. Es famosa por defender gratuitamente a las víctimas de violencia familiar y por buscar justicia para los casos de feminicidio. Se siente una mujer segura de sí misma, una gorda hermosa a la que le encanta dormir.
Jessica Echeverría es una justiciera que maneja las leyes con rigor. Dice haber heredado esa particularidad de su padre, al igual que el coraje: «Una vez, una exautoridad a la que yo investigaba por una denuncia de corrupción, comenzó a perseguirme judicialmente. Con miedo de lo que podría pasar le dije a mi papá que iba a parar, que con su poder el tipo podía meterme presa. Entonces él me respondió: “Prefiero tener una hija presa, que una hija cobarde”».
Sobre el tema, la abogada está convencida de que después de haber vivido situaciones dolorosas y de ser víctima de injusticias, tener temor o sensatez es lo último que podría considerar. «Además, siempre he dicho que la valentía va acompañada de la imprudencia», indica. «Muchas veces no me mido contra quienes me enfrento. Cuando termino una batalla legal contra mafias completas, narcotraficantes, policías de alto rango, jueces y gente muy poderosa económicamente hablando, miro lo que he dicho y hecho, y me sorprendo. Pero ya lo hice».
¿Pero a algo le debe tener miedo usted?
A que me encuentre la muerte y no haber hecho lo suficiente. ¡Ese es mi mayor temor! Morir y no haber vivido a plenitud, sin haber logrado todos los sueños de justicia que tengo.
Mucha gente cree que es feminista por el hecho de tratar con vehemencia casos de violación y feminicidio. ¿Lo es?
Soy una mujer que encierra una historia de supervivencia contra la violencia sexual, un testimonio personal que me tocó vivir en mi niñez. Eso hace que yo ejerza la abogacía desde la perspectiva de género, buscando justicia para las mujeres. Y, por supuesto, intento estudiar todo lo que me pueda enseñar el feminismo en una sociedad donde obligan a las mujeres a silenciarse ante los hechos de violencia.
He visto y sé que presta sus servicios como abogada de forma gratuita ¿no es mejor cobrar? O sea, casi todo el mundo trabaja para tener plata
Conseguir justicia para las personas más necesitadas es algo que no tiene precio. Tal vez es raro por la creencia de que el abogado solo quiere sacar plata, que vive del juicio, que termina quitándote tu casa para cobrar sus honorarios… Siempre ha existido ese imaginario colectivo, y entonces llega esta abogada, patea el tablero y comienza a llevar casos de manera gratuita sin ser fundación ni ONG. Pero ¿por qué lo hago? Mi abuelito me decía que si teníamos la oportunidad de ayudar, debíamos hacerlo; verlo a él ayudando a la gente del campo en Vallegrande, me quedó como escuela de vida. A veces algunos colegas me dicen que cobre, que estoy perdiendo mi tiempo. Entiendo que es muy difícil de comprender el hecho de esforzarse sin ningún interés para lograr justicia; pero no saben la satisfacción que siento haciéndolo.
Normalmente ¿qué la puede sacar de sus casillas a Jessica Echeverría?
Lo que más más odio es que me crean estúpida, una bruta que no se da cuenta que en sus narices se están cometiendo hechos de corrupción judicial. No soporto que crean que no me di cuenta que por dinero un juez ha beneficiado a un violador o a un homicida, o que un fiscal se ha dejado vencer con el plazo porque fue sobornado o que un policía no cumplió con su deber por el mismo motivo.
¿Y qué la puede hacer reír a carcajadas?
El humor inteligente que muy pocas personas tienen. El doble sentido que va de la mano con el sarcasmo, ese que hace reír y al mismo tiempo pensar.
He visto que ha publicado en Facebook fotos suyas muy sexis, ¿es usted una mujer coqueta?
Soy una mujer muy segura de mí misma; irreverente y provocadora. Y es precisamente por eso que lo hago; te lo explico: somos pocas las mujeres que ejercen el derecho penal, que se enfrentan a organizaciones criminales, que tienen que lograr sentencias, y estar entre audiencias y hasta en autopsias… Entonces pienso que como ya me ven en ese rol, me pueden ver de otra forma y subo fotos donde me gusta cómo me veo; son cinco minutos en los cuales me relajo mucho. Por otro lado, me gusta jugar con el tema físico, es decir, soy gorda, tengo sobrepeso ¡y cuál es el problema! Estoy a gusto con mi cuerpo y me siento hermosa. No soy una talla S, soy más que una XL; soy una XXL que disfruta de sacarse fotos.
¿Cómo vio el 2020 en cuanto a asuntos legales se refiere?
El 2020 quedará en mi cabeza como el peor año de la justicia, el año en que jueces y fiscales hicieron lo que les dio la gana con los distintos casos. Estuvimos en una coyuntura política muy especial y con elecciones en frente, sin fiscalización adecuada, eso les permitió a ellos enriquecerse y dejar en la impunidad a muchos delincuentes.
¿Es cierto que la cuarentena multiplicó los casos de abuso sexual y de violencia familiar?
Los disparó totalmente. Hubo muchos casos de abuso sexual de padrastros y hermanastros. Ahora estamos en el seguimiento de los casos de las niñas y adolescentes que se animaron a denunciar. Violencia familiar ¡ni qué decir! Todos los días de la cuarentena rígida recibí mínimo diez llamadas de gente que escuchaba que su vecina estaba siendo víctima de malos tratos, que había niños encerrados solos y lloraban de hambre… Fue una situación muy fea porque le decíamos a las mujeres que para cuidarse del virus se queden en casa, cuando hacerlo significa poner en peligro su vida y la de sus hijos. Hubo terribles casos de tentativas de feminicidios.
¿Cómo vislumbra el 2021?
Lo vislumbro como un año de organización. Ya no se puede seguir con la excusa de que estamos en un gobierno transitorio o que el Consejo de la Magistratura nunca hizo nada. Yo creo que ya está bueno de echarle la culpa a “Teté”; ya es tiempo de asumir la responsabilidad para lograr el cambio en la justicia que tanto pide la sociedad. Este tiene que ser un año de organización colectiva y de una organización individual de vida. Tiene que ser un año de fe para quienes hemos podido llegar con vida a esta circunstancia.
¿Qué hace la abogada cuando no está trabajando?
Aprovecho para estar con mi hija (Augusta, de 12 años), disfrutar de su compañía y de la de mi tía. Paralelo a ello intento descansar, soy una “trabajólica”. Los casos que llevo son maratónicos, muy extenuantes; así que aprovecho el tiempo libre para dedicarlo al sueño. ¡No creo que haya otra persona como yo que valore tanto dormir!