La Miss Bolivia Mundo 2010 divide su tiempo entre sus hijos, sus negocios y la docencia universitaria en Trinidad. No descarta volver a la política en un futuro
La rubia que en 2010 movió el tablero de los concursos de belleza más importantes del país, ahora tiene otras preocupaciones. María Teresa Roca vive en Trinidad, su ciudad natal, y está dedicada a sus dos hijos (Paulina, de cuatro años, y Ronny, de dos), a la heladería familiar y su negocio de ropa. Además, es docente en la Universidad Autónoma del Beni. La pillamos preparándose un mate… Sí, esa infusión que puede quemar la lengua de cualquier inexperto.
¡Mate en Trinidad! ¿Con semejante calor?
Mi abuela tomaba dos mates después de almuerzo mientras miraba su novela y jamás tuvo panza.
Ah, ya entendí por qué lo tomás…
¡Así es! Todo tip de belleza vale y hay que tomarlo en cuenta.
¿Y tu negocio de los helados?
Ahí va, por el calor muy bien. Mi padre lo inició hace 15 años siguiendo una receta de un ingeniero italiano que vive en Argentina; los insumos llegan de allá. Yo fui a Brasil para hacer un curso de heladería y aumentar la línea de paletas.
¿Y solo te estás dedicando a eso?
Si te parece poco criar dos hijos, también te puedo decir que vendo ropa deportiva a mis familiares, amigas y conocidas. No tengo una tienda porque los impuestos acabarían con el negocio en un dos por tres (risas).
¿Pero da para vender ropa deportiva en Trinidad? Lo digo porque es una ciudad chica…
(Risas) Pero te cuento que lo único que la gente hace es ir al gym. ¡No hay más qué hacer! Además, dejame contarte que soy docente de posgrado en la Universidad Autónoma del Beni.
Sabía que fuiste diputada, pero no sabía que sos docente universitaria, ¡qué bueno!…
Me preparé con un Diplomado en Educación Superior y después postulé a la docencia. Ya di mi primer módulo en Didáctica General.
¿No estuviste metida en la política?
No, pero no lo descarto en un futuro. Siempre me ha interesado poder aportar con el desarrollo de mi región y del país, creo que ese debería ser el verdadero objetivo de toda persona que ingresa en la política. Si realmente los políticos entendieran que el verdadero sentido de ejercer un cargo público es servir al pueblo y no aprovecharte de él, otra sería nuestra realidad.
¿Qué hiciste durante la cuarentena rígida?
Nos fuimos con mi marido y mis hijos al campo; estuvimos allá casi tres meses. Como no se podía salir ni a la esquina, era mejor estar en el campo. Mis hijos eran fascinados con los animales y libres como el viento (risas). No había de qué preocuparse; salíamos a pasear en la chata de un tractor, ¡parecíamos menonas! (risas). Lo malo es que engordé casi seis kilos.
¿Por eso el matecito?
No, ya los bajé hace rato gracias a Alison (su hermana). Ella me enseñó una dieta detox y en diez días bajé cinco kilos, ¡una maravilla! Ya con el gym y el spa es solo mantenerme un tonificar los músculos un poquito.
¡Con razón! Entonces no es solo el mate…
No, pero ayuda (risas).
Y tu marido (Ronny Armando Suárez), ¿engordó? ¿Se preocupa él por esas cosas?
Engordó tres kilos. Sí, él trata de tener una vida saludable, por eso juega tenis y también va al gym.
¿Tu abuela, la que tomaba mate, era tan linda como vos y tu hermana?
Era bella y amorosa como nadie (Mary Montenegro Kempff). Era superconocida por su carisma: le gustaba festejar su cumpleaños y no fallaba a las invitaciones que recibía. Tenía su comparsa de mujeres, las Pichonas, y en Carnaval no faltaba a ninguna mojazón. Amaba bailar. Lamentablemente murió cuando mi hija tenía 20 días de nacida.
Pero tuvo la dicha de verte como reina…
Sí, y fue feliz por eso. Ella compraba todos los periódicos donde salían mis fotos y no se perdía programa de televisión donde mi hermana o yo íbamos a ser entrevistas.
Contame, ¿qué hiciste en el campo tres meses?
Le cocinaba a mi esposo, veía la ordeña, que hagan queso… Hacíamos pan, tortas, cuñapeces… Nos íbamos de excursión, a visitar a los vecinos… ¡Hacía de todo para que mis hijos estén distraídos y felices! Les enseñaba a alimentar a los chanchos y a los pollos… Hacíamos ejercicios, trotábamos, cosechábamos frutas… ¡Y allá organicé el cumpleaños de mi hija!
¿Para cuándo tu tercer hijo?
Aún no me decido. Este año fue de mucho miedo por la inestabilidad política y la pandemia, eso te pone a pensar si querés más hijos o no.
Sí, lo del coronavirus aún asusta…
A mí me dan más miedo los políticos que el coronavirus (risas).