El actor, director y guionista no paró de crear durante el confinamiento. Hace poco estrenó en Bolivia el teleteatro con su comedia Para María y continúa con la distribución de su cortometraje Extranjeros, entre las tantas historias que quiere contarle al mundo
Todos nos pusimos en los zapatos de Muralla, el protagonista de la película homónima que movido por la desesperación de conseguir plata para salvar a su hijo, se involucra en el tráfico de personas. Fernando Arze nos convenció en 2018 con esa extraordinaria actuación que, más tarde le valdría el galardón Kikito del Festival de Gramados en Brasil. Para él, recibir esa distinción por su trabajo como actor, fue la certeza de estar haciendo bien las cosas.
Se declara un contador de historias que usa diferentes formatos para conseguirlo. De hecho, hace poco parió Para María, su obra teatral adaptada a un soporte nuevo en Bolivia, el teleteatro. La comedia de tres personajes con crisis existenciales se estrenó el 19 de septiembre y estuvo cinco días en una plataforma digital. «Nos hemos divertido mucho haciéndola, aunque ha sido un proceso muy loco y muy diferente porque el 80 % de los ensayos ha sido de forma online», expresa.
Durante la crisis sanitaria por el COVID-19, Arze trató de mantenerse no preocupado, sino ocupado. Con esa premisa, pintó las paredes de su departamento, hizo algunos arreglos, cocinó, vio muchos documentales sobre cine y arte en general y dictó talleres por internet, un formato al que, confiesa, tuvo que adaptarse. Asimismo, continuó con su aprendizaje para escribir guiones, pasando clases de teatro y distribuyendo Extranjeros, su cortometraje sobre la intolerancia que la gente puede tener a la migración.
Si se detiene a ver lo avanzado hasta el momento en su carrera, ¿cuál sería su impresión?
Es difícil tener un sentido objetivo sobre cómo va tu carrera; siempre que sientes que está de una forma en el presente, uno, dos o tres años después mirás hacia atrás y ves que no era nada de lo que vos pensabas. Yo creo que fue muy difícil para mí en el inicio, me refiero a después de haberme formado como actor en Nueva York. Me costó unos dos años poder establecerme dentro de la industria, especialmente en Estados Unidos donde la competencia es gigantesca y porque no era americano. Después de siete años me fui a Brasil a trabajar en compañías de teatro y en 2004 o 2005 mi carrera despegó, creo que fue porque ya sabía lo que quería hacer y trabajaba más objetivamente. Cuando me vine a Bolivia en 2012, me fue mejor; acá he hecho muchas cosas: he dirigido más de 12 obras de teatro, he hecho unas siete películas y he ganado muchos premios y el reconocimiento del medio y del público. No tengo por qué quejarme; ha habido momentos en que he estado haciendo dos o tres proyectos audiovisuales por año… Entonces, tengo la certeza de que he estado en el lugar correcto para hacer lo que yo quiero.
¿Adónde quiere llegar?
Quiero seguir actuando en películas, quiero seguir teniendo personajes que sean retos inolvidables y me hagan hasta dudar de mi capacidad como actor. Quisiera dirigir cine y escribir guiones de cine. No me considero un buen escritor, pero sé que soy alguien que está aprendiendo y que gusta mucho de hacerlo. Me gustaría trabajar en producciones internacionales, trabajar con gente de afuera, gente que ve el cine de otra forma y aprender con ellos. Y me encantaría trabajar bajo la dirección de una mujer en un largometraje; estoy esperando que me llegue esa oportunidad.
¿Por qué quiere ser dirigido por una mujer?
Tuve la experiencia de trabajar con Julia Vargas-Weise, nos volvimos muy amigos después de hacer Carga sellada (2015). Su sensibilidad me confirmó que las mujeres tienen su propia forma de ver el mundo y creo que el cine necesita de esa visión; el cine necesita directoras, guionistas, fotógrafas… Más mujeres involucradas en la producción. Como actor me gustaría tener la chance de ser dirigido por un ser humano que cuenta historias de manera diferente.
¿Con qué actores le gustaría trabajar?
¡Dios mío, son tantos! Me gustaría trabajar con Willem Dafoe, Ben Kingsley, Ricardo Darín, Leticia Brédice, Fernanda Montenegro, Gaston Pauls y con Daniel Day-Lewis que para mí es un genio… ¡Sería increíble trabajar con ellos! En cuanto a actores bolivianos, creo que he tenido la chance de compartir escena o de dirigir a casi a todos con los que he querido trabajar. Me gustaría volver a trabajar con Gory Patiño, Paty García, Pato Hoffmann y con Jorge Ortiz.
A muchos actores iberoamericanos no les interesa Hollywood y más bien critican el cine hecho allá, ¿cómo ve usted ese asunto?
Yo no voy a discutir las opiniones de otros actores, pero sí puedo decir que si tienes la oportunidad de trabajar allá o en cualquier otra parte del mundo, eso es lo que importa y sería una bendición. Hollywood, la meca del cine, es como que el lugar donde todo actor tiene que apuntar y, obviamente, si te va bien allá es un logro increíble y qué bien, pero si te va bien en otro lado, también es increíble y qué bueno también. Yo estoy muy feliz aquí en Bolivia porque puedo trabajar y hacer cosas que tal vez serían muy difíciles de hacer en Estados Unidos. No sé, no quiero decir que si me sale un trabajo allá no voy a ir; yo no tengo preferencia en ese sentido. Me gusta mucho el cine que se hace acá porque es un cine muy de comunidad; en general, es un poco menos comercial y las historias a veces son más profundas. Acá tenemos que hablar sobre nuestra tierra, de nuestras situaciones y eso es lo que a mí me gusta.
¿Prefiere actuar o dirigir?
En este preciso momento de mi vida prefiero actuar en cine y dirigir teatro. No me está llamando mucho la atención actuar en teatro, aunque últimamente he leído unos textos que me provocaron muchas ganas. Estoy aprendiendo también el pensamiento de director de cine, ¡es tremendo! Yo me quito el sombrero por los directores de cine. Y cerca cerca cerca, está el tema de escribir.
Me dijeron que usted ha actuado en telenovelas brasileñas, ¿por qué ese género televisivo es tan menospreciado?
He participado en muchas novelas, la mayoría de mis participaciones fueron muy cortas, de dos o tres días, y algunas con personajes recurrentes. He aprendido mucho con ellas, por ejemplo, a ser autosuficiente como actor. Tal vez son menospreciadas porque los personajes llegan a ser poco profundos, porque el texto es tremendamente superficial, explicativo y no te permite desarrollar mucho tu personaje. Obviamente hay interpretaciones fantásticas, sobre todo las de los brasileros. De hecho, hasta los años 90 los mejores actores del país estaban en las telenovelas, pero ya no es el caso; ahora por lo general son gente que sigue alguna línea estética que el canal quiere y su entrenamiento actoral es muy básico, yo no llamaría arte lo que hacen. Con eso no estoy desestimando las telenovelas, solo estoy diciendo que son otra cosa, quizá entretenimiento.
¿Qué tal hacer de narco en 1 contra todos? En Muralla usted interpretaba un rol totalmente diferente…
¿Sabes qué es lo interesante de Muralla? Que no se sabe si es villano o no. El personaje hace cosas terribles, pero no es el típico villano, tampoco es el típico buen hombre. Por supuesto, tiene sus virtudes y fallas tremendas que hacen que esas virtudes se deterioren y se conviertan en algo inesperado. 1 contra todos (2019) ha sido una maravilla de proyecto, ¡me he divertido un montón! No podía creer cuando me aceptaron después de haber hecho el casting, porque Breno Silveira es un gran director en Brasil, tiene cosas muy contundentes, entonces yo realmente estaba viviendo un sueño cuando me dijeron que iba a ser el antagónico de la cuarta temporada. Fue muy lindo porque es un personaje opuesto a Muralla, sabe cómo es y no le importa, es decidido, no tiene conflictos internos, es frío y calculador. Interpretarlo fue como respirar, pero también fue una gran responsabilidad porque tenía que hacerlo bien, algo que quede y que no sea un trabajo más. El hecho de que el personaje sea un narco no me afecta para nada, porque claramente no tiene nada que ver conmigo ni con los valores que yo tengo en la vida real.
De todos los personajes realizados, ¿cuál le ha costado más interpretar?
Muralla. Otro ha sido Gregorio, de una película que filmamos el año pasado en Tarija, Los de abajo. Ambos personajes han sido muy difíciles porque, aunque son bolivianos, son de realidades muy diferentes a la mía. El de 1 contra todos ha sido complicado porque no tuve mucha charla con el director para desarrollar el personaje, tuve que hacerlo básicamente solo.
¿Cree que hizo bien en dejar la ingeniería para adentrarse en el mundo de la actuación?
Graciosa esta pregunta porque justamente estaba hablando del tema con unos amigos de la universidad en esos grupos de chat que se formaron durante la cuarentena. Me confesaron cuan preocupados estuvieron porque yo había decidido irme por el tema del teatro y no seguir la carrera, pero no supe de eso hasta ahora. Pero decidí bien. Para mí fue la decisión más fácil del mundo y no me arrepiento de haberla tomado. Jamás podría haber sido ingeniero, tal vez otra cosa, quizá arquitecto, pero nunca ingeniero. Ojalá siga siendo actor hasta mis últimos días; no quiero dejar de actuar jamás. Siento un vacío inmenso en mí cuando no actúo.