La exreina de belleza está cada vez más consolidada en su rol de presentadora de noticiarios y entrevistadora. Su rudeza al ser incisiva con autoridades y políticos, contrasta con la sensibilidad que demuestra a la hora de contar noticias tristes.
Gabriela Oviedo Serrate está convencida que estos tiempos de pandemia y cuarentena han cambiado a las personas y que ahora se tiene más conciencia sobre lo realmente importante en la vida: la salud, la familia y los verdaderos amigos. La cara más conocida de Unitel recorre la misma idea para asegurar que la gente está valorando los momentos y las experiencias por encima de las cosas materiales.
Su trabajo como presentadora de noticias la ha puesto en situaciones emotivas. «Soy una persona muy sensible y he sufrido a la par de cada mala noticia que me ha tocado mostrar», dice. «Quienes me conocen saben que me aguanto harto para no llorar todos los días, especialmente en estos tiempos que han sido tan duros para toda la sociedad». Sí, llorar… Gabriela considera que hacerlo es bueno, que limpia el alma, despeja la mente, libera tensiones acumuladas y ayuda a escucharse a sí mismo. «Llorar es de valientes», expresa.
¿Cómo has vivido la cuarentena en tu casa?
Los niños se adaptan mucho más fácilmente que los adultos al encierro y, especialmente, a las clases virtuales. Por supuesto que extrañan a sus amigos y salir a realizar ciertas actividades, pero están tranquilos. Es importante mantener un ambiente libre de estrés y preocupaciones en el hogar para evitar que ellos sufran y se sientan impotentes. Al momento de salir del trabajo, trato de despojarme de toda energía negativa para llegar con una sonrisa a casa. Con mi madre hablo todos los días ahora por videollamada y la visito de lejos cada dos semanas. La tecnología se ha vuelto parte importante de nuestras vidas.
¿Qué planes tenés para cuando pase el peligro de la pandemia?
Reencontrarme con mis seres queridos, viajar, apreciar aún más los pequeños momentos que nos regala la vida y la naturaleza. Creo que todos queremos eso: sentir cercanía con los que más queremos en los lugares que más soñamos.
Quienes te conocimos como reina de belleza jamás imaginamos verte presentado noticias… ¿Cómo lograste estar donde estás?
Definitivamente, con la bendición de Dios se me fueron presentando situaciones y circunstancias que me guiaron rumbo a este camino. Así que decidí aprovechar cada una de las oportunidades que me presentaba la vida y en cada etapa me esforcé en ser un poco mejor cada día. Catorce años después, aquí me tenés, agradecida con lo logrado y feliz por todo lo que todavía me queda por recorrer.
En ciertas ocasiones, tu público ha aplaudido la forma en que ponés a raya a tus entrevistados, sobre todo a los políticos, ¿cómo lo hacés?
La preparación y la confianza en uno mismo son la clave. Mi función es preguntar, cuestionar y pedir explicaciones y soluciones a nombre de los televidentes. Si un entrevistado trata de evadir la pregunta, la templanza nos ayudará a insistir respetuosamente.
Wikipedia dice que sos “una reina de belleza, publicista, modelo y presentadora de televisión”. ¿Está bien esa descripción o te gustaría aparecer de otra forma?
Wikipedia puede ser editado por cualquier persona, así que no sé quién habrá escrito esa definición sobre mí. No me molesta, pues resume en pocas palabras mi trayectoria laboral: sí fui reina de belleza, sí me gradué de Publicidad y Marketing, sí he participado en desfiles y campañas publicitarias, aunque nunca me consideré modelo como tal, y sí soy actualmente presentadora de televisión. Es una descripción muy básica que no me define como persona pero que sí resume en pocas palabras mis experiencias.
¿Cómo enfrentás las críticas que aún persisten sobre lo sucedido en el Miss Universo 2004?
Yo no diría que persisten. Las personas que se sintieron agraviadas por el malentendido de ese entonces escucharon mis explicaciones y disculpas en su momento; por ende, aquellos que siguen cuestionándome debo entender que lo hacen por un tema de resentimiento personal que solo les hace daño a ellos mismos, no a mí.
La Gabriela Oviedo de 2003 es obviamente diferente a la actual, ¿te sentís bien como sos y estás ahora? ¿Qué te falta o… qué te sobra?
Soy feliz. Me siento bendecida y agradecida de ser quien soy, de ser como soy, de haber aprendido y de haber crecido. No siento que me falte nada ni que me sobre algo. Yo sé que lo que tengo ahora es lo que necesito, ni más ni menos. Soy tan agradecida con Dios por todo lo que me ha dado, que no cuestiono ni reclamo mis circunstancias. Siempre son buenas, incluso cuando pasa lo que no quería o esperaba. Yo confío en que tengo lo que debo tener.
¿Sos de los que creen que no cambiarían nada de su pasado… ¿O vos sí cambiarías algo?
Si borro todos mis errores del ayer, también borraré toda mi sabiduría de hoy. Creo que todo lo que nos pasa es porque nos tiene que pasar, para aprender y convertirnos en la persona que Dios quiere que seamos.
Con 37 años vos seguís igual de bella que cuando fuiste Miss Bolivia o quizá mucho más. ¿Es importante la belleza?
Lo importante es sentirse bien con uno mismo, porque el concepto de ‘belleza’ es muy subjetivo: lo que le gusta a unos, no le gusta a otros. Una debe sentirse bella por su calidad y calidez humana, no por lo físico. Todos tenemos defectos, mientras más rápido los aceptemos y abracemos con orgullo, más rápido nos liberaremos de los estigmas que nos frenan a disfrutar realmente la vida.
¿Qué hubiera pasado si aquella noche de 2003, en Sucre, no hubieses brillado más que las demás concursantes? ¿Dónde estarías?
(Risas) No me lo imagino. Tal vez hubiera seguido estudiando mi anterior carrera, Comercio Internacional, y trabajando en el rubro. No sé, evidentemente ese no era mi destino, así que no me lo cuestiono.