El recordado presentador de “Galareporter” anhela una fonoteca con melodías y canciones cruceñas. Ha digitalizado temas de casetes y discos de vitrola y vinilo que parecían perdidos
“Guapurú, guapurú, los ojitos que amo yo / ocoró, ocoró, la boquita que me besó…”. ¿Sabías que Palomita del arrozal fue el primer carnaval con letra? Lo crearon en 1936 el poeta cruceño Raúl Otero Reiche y el músico orureño Jorge “Chapi” Luna, ambos compañeros en la Guerra del Chaco y colegas en radio Illimani, en La Paz. Ellos mismos nos legaron el vals Alma cruceña: “Cielos azules de ensueño / siempre llenos de luz y de amor / esta noche romántica sueño / con tus lindas mujeres en flor…”. Estos datos nos lo proporciona Jorge Gil Suárez, que desde hace décadas lleva adelante una investigación histórica y recuperación de la música oriental.
El periodista sabe y gusta tanto de la música folclórica cruceña, que se delata al contarla con supremo entusiasmo. «Santa Cruz tiene que rescatar grabaciones antiguas, como las de “Negro” Velasco, que tenía una voz extraordinaria; Carlos “Trueno” Saucedo, de Beni; “Maruja” Lavadenz, de Pando; “Pepa” Cardona, de Vallegrande, y, sobre todo, el dúo paceño Las Kantutas, unas muchachas que se hicieron famosas interpretando canciones nuestras», indica. «Hay mucho material en el olvido, porque todo el mundo se preocupa por la política y la cultura es lo que menos interesa».
Para muchos Jorge Gil es “Galareporter”, un exitoso programa de periodismo investigativo que él condujo entre 1989 y 1998, en Galavisión (hoy Bolivisión). Sin embargo, el hombre ya era conocido como radialista y actor de teatro y cine: fue protagonista de la obra Cañoto y del clásico griego Los Gemelos (Menecmos), que obtuvo el Premio Nacional de Teatro en 1979. A principios de esa década, cuando se aprestaba a iniciar su carrera de Derecho, el golpe de Estado de Hugo Banzer lo llevó a trabajar a radio Abaroa (más tarde Willy Bendeck). Allí tuvo un programa llamado “Rock Subterráneo”. En 1972, empujado por su padre y dado que las universidades seguían cerradas, se fue a Argentina a estudiar Ciencias de la Información. Tres años después, ya profesional, volvió al país y a la radio. Fue entonces cuando tuvo su mejor experiencia frente al micrófono al conducir “Déjalo ser”, un espacio musical que daba voz a los jóvenes. «Empezaba a las 10 de la noche y terminaba a las dos de la mañana. Como no había televisión, la gente se acercaba a la radio y nos daba fuerzas», recuerda la voz que por años los cruceños escuchamos en radio Nuevo Milenio y, luego, en El Deber Radio.
En 1990, Jorge Gil participó en la primera película hecha en Santa Cruz, Los igualitarios; al año siguiente hizo Única herencia y en 1996, en La oscuridad radiante. Al complicársele las escapadas de sus trabajos para asistir a las filmaciones, decidió dejar la actuación y dedicarse por completo a la televisión. Fue director de Canal 11 y de Galavisión, además tuvo en sus manos la primera empresa publicitaria del país, Publideas.
Una vida en diversos medios y también dedicado a rescatar la música oriental, ¿por qué?
Porque alguien tiene que hacerlo; es parte de nuestro patrimonio cultural que debe tenerse para ser difundido a las nuevas generaciones. Cuando la familia Rivero Jordán me invitó en el año 2000 a dar flashes informativos en la radio Nuevo Milenio, que por ese entonces solo era musical, yo aproveché para empezar con esa recuperación. Comenzamos a digitalizar desde la época de los discos de vitrola hasta lo último producido. Así también recuperamos casetes y discos de vinilo que prácticamente estaban perdidos.
Debe ser mucho trabajo hacer eso…
Lo es, como lo es cualquier trabajo de investigación. Hubo que buscar colaboración en radioemisoras y en las disqueras Discolandia, Méndez, Heriba, Lauro… En 2005, el doctor Pedro Rivero Mercado tuvo la idea de lanzar el Mejor Joyero de la Música Oriental. Fueron seis volúmenes o discos de música cruceña reeditada por Discolandia.
Pero su tarea continúa…
Sí, hay muchos temas por rescatar. La idea no es hacer un libro, porque sabemos que solo llegaría a ciertas personas. El proyecto es una serie de fascículos que llegue a las escuelas y colegios. Pensaba hacerlo con El Deber, pero ya ve la situación. Me gustaría trabajarlo con la alcaldía e, incluso, crear una fonoteca donde toda persona pueda ir a escuchar esas melodías y canciones.
Tenemos mucho que aprender, don Jorge…
¿Sabía usted que Carnaval grande es el instrumental más antiguo que tenemos? Data de 1887. Lo escuchaba cuando pasaban las bandas por mi casa durante la cuarentena y seguro que usted también. Según Hernando Sanabria, su autor es Alejandro Pérez, pero después Mateo Flores lo mejoró con su banda. Otro cosa que mucha gente desconoce es que el taquirari es música de los pueblos, no de la ciudad. A Santa Cruz llegó en los años 20. Según Róger Becerra, vino de Moxos y, según Sanabria, de no más allá de Río Grande. ¡Vaya usted a saber cuál es la verdad! Pero hay que diferenciar entre el taquirari cruceño y el beniano: el primero es movido, mientras que el segundo es romántico.
¿Y la chobena?
¡De la Chiquitania! Los Dalton’s trajeron La Aguililla a fines de los 60. Era música de los paicos indígenas. Por si acaso, Los Dalton’s fue el grupo electrónico más exitoso que hubo en la nueva ola; eran los Beatles cruceños.
¿Mucha cosa eran entonces esos músicos?
Causaron furor en Santa Cruz entre los 60 y 70. A mediados de esa década la música pop, la de Fiebre de sábado por la noche (película de 1977), sonaba en los boliches. Lamentablemente, la banda se disolvió en 1980.
Pero, si eran tan buenos, ¿por qué dejaron de cantar?
Porque a los dueños de los boliches les convenía más comprar discos que contratar conjuntos. Los traían de afuera; era música enganchada, la que se bailaba en lugares como Mau Mau, en Argentina, y Studio 54, en Estados Unidos. Así, los boliches podían abrir los siete días de la semana y había para todos los gustos.
¿Había muchos, realmente?
Sí, claro. Estaba Dinos, Acuario, Floresca, El Padrino, Tiffany, Bacos, El Curucusí… Viva María tenía su propio boliche adentro; o sea, era un centro de espectáculos que tenía su propio boliche. La época bolichera al estilo disco terminó con el local de “Negro” Parada, Palladium.
Con todos estos recuerdos, ya me lo puedo imaginar como exalumno “Pipieta” (Colegio Departamento Beni en su época escolar)…
(Risas) Lo fui. Estuve en el colegio “Pipieta” en 5to y 6to grados; fui alumno de los profesores Millán y Nicolás. Por lo que echaban guasca ponían orejas de burro a los muchachos, los mostraban como malas personas, pero no, no los eran; ellos se esmeraban para que aprendamos, aunque sea a simbrones.
Una consulta más: ¿cómo conquistó a su esposa (Sonia Pereyra, Miss Bolivia 1980)?
Son esas cosas que uno no sabe cómo pueden suceder y que ni siquiera imagina que pasen. Con Sonia tenemos un lindo matrimonio y cuatro hijos maravillosos (Fernando, Ariadna, Jorge y Leonardo).
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