Lleva cinco años haciendo de escribir su modo de vida y un arte. La gente no solo admira sus diversos tipos de letras, sino también los mensajes espirituales presentes en los artículos que vende.
Cuando niña, Mirna María se deleitaba viendo diferentes tipos de letras y admiraba a quienes escribían bonito y legible. Y con esa pasión, siempre trató de tener una letra para cada materia del colegio. Hace cinco años, al comprarse los mismos marcadores que utilizaba una caligrafista que admira, empezó a practicar diversos estilos hasta el punto de conseguir los propios, lo nuevo.
Entonces La Paz tuvo a una joven rotuladora de sobres para invitaciones a bodas y cumpleaños, y su fama se extendió por todo el país gracias a la publicidad boca a boca y a sus redes sociales. Pero Mirna María fue más allá: enmarcó frases motivadoras, las escribió en macetas, tazones, tomatodos… Escribió nombres sobre bolas navideñas, frascos, carcasas de celulares… ¡Y tuvo un público a sus pies! Las letras conquistaban y las frases enamoraban.
Jamás imaginó hacer un negocio con esto y hasta se animó a dar clases de caligrafía. A sus alumnos les sugiere no esforzarse en copiar a nadie en particular, sino a conseguir su propio estilo. «Esto es como con la ropa: puedes hacerla y puedes copiarla, pero lo ideal es que tengan tu firma», asegura. «Me gusta guiar a quienes me piden tips. En la época que empecé no tenía a quien preguntarle sobre materiales o técnicas de lettering, así que tuve que aprender a porrazos». Y cuando dice eso, Mirna María también se refiere a que muchos de los objetos utilitarios que ha imaginado con su sello no han resultado.
Trabaja sola aunque a veces le falten manos, pero cuando se trata de objetos en los que plasma su caligrafía recurre a artesanos bolivianos con quienes hace alianzas de manera que más gente salga ganando de un solo proyecto. Y, a propósito de proyectos, recuerda el más grande que ha realizado: «Los propietarios de Goss me llamaron para decorar todo el restaurante del centro comercial Las Brisas, en Santa Cruz. Fue una semana en la que me explayé trabajando: hice letreros chiquitos, etiquetas para los frascos, la pizarra principal e incluso puertas», dice eufórica. «Me encantó que aceptaran muchas de mis sugerencias y juntos buscamos materiales de todo el país para conseguir ideas maravillosas».
Casi no hay lugar donde Mirna María no pueda expresarse con sus letras. Lo ha hecho en cuero, madera, vidrio y en todo tipo de papel. «Las posibilidades son infinitas», manifiesta. Y para hacerlo ha recurrido al lápiz, tiza, acuarela y al grabado; sus copas y perfumes personalizados son siempre bien requeridos. Su próximo reto es vender zapatillas con frases inspiradoras.
Inspirar, motivar… Eso está haciendo la caligrafista desde que empezó y en la cuarentena no paró. Si bien no ha podido dar sus cursos, se acercó más a la gente a través de sus redes sociales: con frases bellamente escritas transmite positivismo. Finalmente, ella cree que eso es más importante que las ventas.
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