Entrevista

LAS PLANTAS SON AHORA EL OBJETIVO DEL FOTÓGRAFO MAX TORANZOS

Tierra Viva se llama su negocio nacido hace cuatro años, pero fortalecido durante la emergencia sanitaria. Ofrece plantas y árboles frutales y ornamentales locales y también de otras regiones del mundo

En la cuarentena mucha gente optó por dejar bonitos sus jardines y canchones, y también para mejorar los interiores de sus casas con plantas ornamentales. Al vivero de Max Toranzos los clientes no le faltaron y él quedó convencido de que tenía un negocio rentable y placentero. Por años había sido fotoperiodista del diario El Deber, en Santa Cruz de la Sierra, oficio con el que recorrió cada rincón del país y muchos en el extranjero; pero un día quiso guardar su cámara y dedicarse a otra cosa. Hace cuatro años germinó la primera semilla en Botánica Urbana y Frutería Tierra Viva.

En su estudio fotográfico en el barrio Urbarí ahora se cultivan árboles, plantas y otras especies vegetales. Con su esposa, Sonia González, poco a poco Toranzos ha visto crecer su emprendimiento y en el inicio de la cuarentena supo que era tiempo de crecer: en Pailón (al este de la capital cruceña) un amigo le prestó 10 hectáreas que Max no tardó en sembrarlas con una infinidad de especies de plantas y árboles frutales y para decoración.

Me cuesta creer que hayás dejado la fotografía…

¡Es que todo el mundo es fotógrafo ahora! (Risas) Pero no dejé la fotografía del todo: tengo algunos clientes que conocen mi trabajo y me llaman cuando me necesitan. Sobre todo me buscan de empresas para trabajos grandes.

Y ahora estás bien metido con lo de la botánica y la frutería, además de las plantas…

¡Y te cuento que me ha ido recontrabién! Sobre todo en la pandemia. Si vemos los scores sería más o menos así: frutas y plantas, 100 puntos, contra fotografía y videos, cero puntos.

¡Pero vos sos bueno con las fotos!

Sí, pues; pero a muchos clientes les gusta eso de cualquier foto. Así que estoy bien con lo que hago ahora.

¿Qué tenés en tu vivero?

Tengo de todo, pero lo bueno es que aquí podés encontrar plantas raras y frutas exóticas, como la gulupa (una especie de pachío también conocida como fruta de la pasión de Cristo), el limón génova y la manga Tommy Atkis (similar a la manga manzana). En cuanto a árboles, hace poco vendí unos baobabs que ya estaban de un metro; son esos que aparecen en la película Madagascar, ¡inmensos! Lo que pasa es que la gente busca también plantas para llevar a sus quintas y ranchos, no solo para sus casas. El otro día un empresario se llevó 200 plantines de pinos hindús y un empresario 120. También he vendido todos mis eucaliptos arcoíris, no me dejaron ni uno. En febrero tendré a la venta guanábanas: he sembrado 400 árboles en Pailón. En un año espero sorprender con un cultivo espectacular, no tradicional en Bolivia.

Esa fruta es caribeña y en Santa Cruz ya hay plantaciones de guanábana porque he visto que venden su jugo, supuestamente es medicinal…

Cuidado con dejarse engañar: muchos están vendiendo jugo de sinini en vez del de guanábana, y esa es una fruta diferente y no sé si es medicinal. El árbol de guanábana es muy hermoso: da gusto ver los frutos en él.   

¿Y de dónde tenés tus rarezas?

Cuando viajaba afuera del país siempre me escapaba a comprar semillas de plantas locales que, obviamente, a nosotros nos resultaban extrañas. Mi turismo era eso y así se iban mis quintitos. Llegaba a casa y las ponía en macetas.

Insisto, me cuesta creer que estés dedicado a esto…

Uno huele la necesidad y migra. Yo ahora siembro, planto, cosecho, fumigo… ¡Hasta abono hago! He hecho seis toneladas de abono orgánico solo con desechos de frutas. Empecé hace cuatro años, ahora veo los resultados y me da mucha satisfacción. ¡Ah! Y te cuento que en el vivero también preparamos jugos de frutas exóticas, para que la gente los pruebe y compre. La fotografía siempre será mi pasión, pero ya no la veo comercialmente. No niego que no extrañe lo que hice durante 35 años, pero llegó un momento en que había que buscar otra cosa para hacer por el bienestar de la familia.  

Pero convengamos que no fue fácil, aunque lo hayás disfrutado…

Fue y es bien jodido. Los primeros años la sudás, pero la sudás si sos yesca (risas). Yo sigo con mi azadón, rastrillo y pala en los hombros.

¿Quiénes te compran más plantas: hombres o mujeres?

¡Los hombres se entusiasman más con las plantas! Algunos vienen con sus esposas, pero ellas se quedan paradas en la entrada, mientras sus maridos miran, buscan y preguntan por todo. Ellas, bravas, los apuran.

Oye, y qué bueno tu amigo el que te prestó sus terrenos para que los hagás producir. No cualquiera hace eso…

Somos amigos de infancia. Él no tocará las tierras en unos 20 años, así que me las cedió. Además es mi mejor cliente: me compró todingas las guayabas raras que tenía. Es un malditango mi amigo Carlitos, su éxito es mi “beishu” (risas).

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