Desde que apareció en el mundo de la farándula, a la expresentadora de “Bigote” le han llovido admiradores y detractores. Así como destacan su sinceridad, la han criticado por gorda, por atrevida y… hasta por su “colágeno”.
Ximena Zalzer habla y no se calla. O, mejor dicho, ¡no la callan! La exreina del Carnaval y, hasta hace poco, presentadora de televisión no nació para ser sumisa y menos aún para andar mal vestida. Además, por su rol de influencer de marcas de lujo siempre anda ‘tumbando’, fashion o, como diría alguien por ahí, bien puesta. Es muy probable que —por el lado de la moda— vaya el negocio que tiene en mente usando partes de su nombre y apellido, Ximzal. Eso sí, no quiso desvelar en esta entrevista ningún detalle al respecto (¡se aguantó!).
Detractores no le faltan, tantos como admiradores. El hecho de tener un esposo ocho años menor, le suma críticas que simplemente parecen resbalarle. Sin embargo, en su cuenta de Facebook, varias veces ha dado batalla respondiendo los mensajes malintencionados y ofensivos. Lo hace con chispa, sarcasmo y algunas veces sin poder controlar la furia de sus deditos.
A Ximena le han sacado el cuero desde que fue reina del Carnaval cruceño en 2001. «Decían que era gordita y que nadie me conocía. Siempre hubo gente queriéndome y odiándome, y las dos cosas al mismo tiempo. Luego, cuando entré a “Pura vida”, decían que no podía estar en el programa porque Kathia (Kuljis) y Bárbara (Cronenbold) eran amigas y yo no encajaba… Me han lanzado críticas dolorosas, pero gracias a ellas he ido creándome», expresó.
Entonces, le debemos a los criticones tu brillo…
(Risas) Aunque no creás, yo las críticas las analizo y las he ocupado para crecer. Tengo una carcasa que supongo la heredé de mi padre; a él no le importaba el qué dirán. Entonces me la pongo y no dejo que nada me afecte. Eso sí, yo nunca me voy a ir a dormir con el pesar de no haber respondido a una crítica fuerte en Facebook; yo boto mi veneno para irme a la cama en paz y hasta por cojuda lo hago.
Pero te exponés a que te falten el respeto…
Me han ofendido cuando se metieron con mi hija. ¡Ahí he saltado! He respondido tan fuerte que hasta quienes publicaron los mensajes después los borraron; imagino que también lo hicieron por el apoyo que recibí de otras personas.
¿Siempre han sido anónimos o hubo alguien que dio la cara?
Jamás he tenido críticas de frente. Una vez, un señor, un cantautor cruceño, escribió una frase que para mí fue ofensiva porque él me conocía desde niña. No fue un piropo lindo; entonces mi respuesta fue a la altura. Siempre me han conocido por atrevida (risas).
¿Qué pasó con “Bigote”? ¿Por qué lo dejaste?
Me fui de vacaciones con mi familia; queríamos desconectarnos completamente después de tener un año muy difícil, y cuando estuvimos lejos vi que necesitaba esa paz. Entonces pude analizar mi vida y dije: “El canal me ha dado mucho, crecí en el canal. He estado en todos los programas: de canto, de moda, de baile, ‘El mañanero’, ‘Pura vida’, los gorditos, el pandémico… ¡He hecho de todo en Red Uno! Pero me di cuenta de que era el momento de que piense más en mí. El año pasado perdí un bebé tras un reto de baile en ‘Bigote’; justo el día que iba a bailar me enteré que había servido uno de los tratamientos al que me sometí para embarazarme. La verdad, no me afectó; pero ya mi madre y mi esposo me habían dicho que le baje un poco a mi nivel de vida; de que el canal, mis redes, mi hija y todas las cosas que hago me iban a volver loca, que tenía que priorizar. Eso es lo que hice. Bajé del avión, llamé a mi jefe, que creyó que iba a pedirle aumento (risas); pero no. Necesitaba este año para mí.
¿Extrañás el programa?
¡Los extraño! Me muero por estar ahí. Estuve dos años en el programa, con dos equipos. Con el último, yo era la vieja del grupo, la abuela, cosa que en realidad no importa. Si eso de verdad importara, nunca hubiésemos visto a Xuxa, Chabelo, el Chavo del Ocho, que eran adultos trabajando para niños. Nunca me sentí mal por eso; pero “Bigote” tiene muchos concursos en los que yo ya no podía estar y no porque no pueda hacerlos, sino por el tratamiento que llevo. No podía arriesgarme otra vez.
Entonces, ¡querés ser mamá!
Mi sueño es darle un hermanito o hermanita a Ema, aunque ella ya los tiene por parte de su papá. Pero lo que más anhela mi corazón es darle un hijo a mi esposo; creo que él merece ese regalo. Él ama a mi hija como si fuese suya; él dice que, si se tiene que quedar con Ema, se queda con ella. Eso hace que yo tenga que intentar tener un bebé hasta donde se pueda.
¿Pero no estás embarazada ahora? Eso dicen los chismosos…
(Risas) No, pero me encantaría. Vamos hacer un tratamiento in vitro. Mirá vos: cuando se supo que yo estaba en ello, me escribieron de todas partes ofreciéndomelos. La gente cree que no lo he intentado, pero llevo más de cuatro años en esos intentos. Y con Ema fue la misma cosa; tuve tres pérdidas antes de ella.
Entonces podés embarazarte, lo que cuesta es que tu cuerpo retenga al feto…
Exacto. Mi problema es la retención. Es un problema común, pero que las mujeres no lo cuentan porque es un tabú. Son cosas que suceden; para muchas personas puede ser fácil embarazarse y tener al bebé, pero para otras no. Y yo no me victimizo con esto.
Cambiando de tema: tenés 38 años, casi casi cuarentona. ¿Y ese cuerpazo; las nalgotas que vi en una foto?
Tengo que decirte que ese cuerpo me lo dio la felicidad de ser libre; de no tener un marido que me impida ir al gimnasio, que deja que me ponga la ropa que a mí me gusta, que me permite entrenar como quiero… Tengo un hombre tan bueno y tan libre de alma que me deja brillar, me admira y me aplaude. Por eso es que cada vez me pongo mejor, para él.
¡El colágeno!
El colágeno con patas, así le digo yo (risas). Es la verdad, querido. Hay algunas que lo pueden comprar y otras que no. Gratis es mejor.
Decime, ¿qué estás haciendo ahora que andás de vaga?
Mis redes ocupan gran parte de mi tiempo. Cuando uno piensa que cerrará una puerta, miles se abren; estoy cerrando 12 contratos, pero también estoy empezando a hacer proyectos propios. No voy a decir todavía de qué se trata, pero sí necesito trabajar en mi marca, Ximzal. Es algo que la gente me pide a gritos.
Oye, dentro de poco vas a vender hasta fiambre…
Todo, mi amor. Yo sé vender de todo, nací para eso.
¡Sos una influencer!
¡No sé! No me hallo como eso. Soy un espécimen raro creado por una sociedad hipócrita. Yo no callo nada, por eso la gente confía en mí. No soy modelo, no nací choca ni ojos azules y no tengo pelo; yo me tiño y uso extensiones… Soy real, hablo malas palabras (risas). Mi mamá me pegaba cuando decía malas palabras y, ¡elay!, ahora vendo diciendo malas palabras.